18/12/2019, 04:18
(Última modificación: 18/12/2019, 04:21 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
No le trajo felicidad. Ni alegría. Ni un chute de euforia momentánea. Decían que las venganzas no traían nada bueno, y los dichos lo son por algo. Pero sí le trajo cierta catarsis. Sentía que se había quitado un peso de encima, como si acabase de saldar una antigua deuda. Una que llevaba persiguiéndole por mucho tiempo, noche tras noche, tan angustiosa y persistente como lo habían sido las viejas pesadillas engendradas por Shukaku.
No Shukaku. El Gran Shukaku. Entonces, recordó algo. Observó el mar, la playa, el acantilado. «¿Cómo me habías dicho? Reventarle el pescuezo, arrancarle los ojos y dárselos de comer a los cuervos, y luego colgar su cuerpo putrefacto en la rama del puto árbol más alto. Bien… pues aquí no hay putos árboles.»
Ah, sí. Imaginaba que le gustaría. Contempló por última vez el mazo de su Susano’o, hecho de puro chakra turquesa pero manchado con la sangre de su enemigo. O, más bien, bautizado con ella. Supo en aquel momento que no existía mejor enemigo para tal honor que Bakudan. Cerró los ojos, y cuando los abrió el Mangekyō Sharingan había desaparecido de su mirada.
Susano’o se desvaneció en volutas de humo turquesa.
Poco a poco, la forma monstruosa de Datsue fue desmoronándose, grano a grano de arena. Eso sí, su esclerótica seguía siendo negra, y la pupila sobre la que giraban las tres aspas del Sharingan estrellada. Dos hilos rojos nacían de sus ojos, cruzaban sus mejillas y caían, gota a gota, por su quijada.
—¡¡Shukaku!! ¡¿Qué ha sido todo esto?!
Estaba cansado. Reventado, psicológica y físicamente. Lo que menos le apetecía en aquellos momentos era dar explicaciones de ningún tipo. Aún así, se obligó a responder.
—Ha sido un mensaje —respondió Datsue—. Alto y claro, a Kurama —añadió Shukaku.
»CON EL DESIERTO NO SE JUEGA.
No Shukaku. El Gran Shukaku. Entonces, recordó algo. Observó el mar, la playa, el acantilado. «¿Cómo me habías dicho? Reventarle el pescuezo, arrancarle los ojos y dárselos de comer a los cuervos, y luego colgar su cuerpo putrefacto en la rama del puto árbol más alto. Bien… pues aquí no hay putos árboles.»
«¡JAAAAAJIAJIAJIA! Ya lo encontraremos para el próximo, ¿eh? Con este iba a ser complicado, tal y como lo espachurraste. ¡JIA JIA JIA! Además, debo reconocer que le habéis dado una buena muerte. Calcinado y aplastado contra la arena, brutal y simbólico al mismo tiempo, ¡me gusta!»
Ah, sí. Imaginaba que le gustaría. Contempló por última vez el mazo de su Susano’o, hecho de puro chakra turquesa pero manchado con la sangre de su enemigo. O, más bien, bautizado con ella. Supo en aquel momento que no existía mejor enemigo para tal honor que Bakudan. Cerró los ojos, y cuando los abrió el Mangekyō Sharingan había desaparecido de su mirada.
Susano’o se desvaneció en volutas de humo turquesa.
Poco a poco, la forma monstruosa de Datsue fue desmoronándose, grano a grano de arena. Eso sí, su esclerótica seguía siendo negra, y la pupila sobre la que giraban las tres aspas del Sharingan estrellada. Dos hilos rojos nacían de sus ojos, cruzaban sus mejillas y caían, gota a gota, por su quijada.
—¡¡Shukaku!! ¡¿Qué ha sido todo esto?!
Estaba cansado. Reventado, psicológica y físicamente. Lo que menos le apetecía en aquellos momentos era dar explicaciones de ningún tipo. Aún así, se obligó a responder.
—Ha sido un mensaje —respondió Datsue—. Alto y claro, a Kurama —añadió Shukaku.
»CON EL DESIERTO NO SE JUEGA.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado