20/12/2019, 19:14
(Última modificación: 20/12/2019, 19:18 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Pero Kokuō había ignorado deliberadamente la exclamación de Daruu.
Datsue se tomó su tiempo para responder, mientras le taladraba con aquellos aguamarina rematados por ojeras rojizas. Le observaba concienzudamente mientras la figura de Shukaku que envolvía la figura del Uchiha se desmoronaba grano a grano de arena y retornaba a la costa. Era algo similar a cuando los humanos perdían el control sobre el bijuu que encarcelaban, pero al mismo tiempo muy diferente. Kokuō sabía bien que Datsue no había perdido el control en ningún momento; y el solo pensar que su hermano, el orgulloso Shukaku del Desierto había decidido colaborar con él...
El Uchiha no tardó en recuperar su forma humana. Y, aún visiblemente cansado, respondió:
—Ha sido un mensaje —dijo. Y la voz de Shukaku añadió—: Alto y claro, a Kurama
»CON EL DESIERTO NO SE JUEGA.
Kokuō resopló y encogió los hombros, poniendo los brazos en jarras.
—Qué harta me tienen sus complejos de poder.
Shukaku y Kurama. ¿Qué otra cosa podría haber esperado del inevitable reencuentro entre ambos? Kurama siempre había tomado el papel del hermano mayor, orgulloso y confiado, mirándolos a todos por encima del hombro; y Shukaku, acomplejado de poder y de número de colas, siempre se le había rebelado. Era como ver a un niño pequeño pataleando continuamente contra su hermano mayor para conseguir el reconocimiento que creía merecer. Siempre había sido así desde que Padre los creara, y así seguiría siendo por toda la eternidad.
Y, aún así, había algo que no le daba buena espina sobre todo aquel asunto...
—Bah, sigan así si así lo desean, pero a mí déjenme a un lado de sus conflictos.
Datsue se tomó su tiempo para responder, mientras le taladraba con aquellos aguamarina rematados por ojeras rojizas. Le observaba concienzudamente mientras la figura de Shukaku que envolvía la figura del Uchiha se desmoronaba grano a grano de arena y retornaba a la costa. Era algo similar a cuando los humanos perdían el control sobre el bijuu que encarcelaban, pero al mismo tiempo muy diferente. Kokuō sabía bien que Datsue no había perdido el control en ningún momento; y el solo pensar que su hermano, el orgulloso Shukaku del Desierto había decidido colaborar con él...
El Uchiha no tardó en recuperar su forma humana. Y, aún visiblemente cansado, respondió:
—Ha sido un mensaje —dijo. Y la voz de Shukaku añadió—: Alto y claro, a Kurama
»CON EL DESIERTO NO SE JUEGA.
Kokuō resopló y encogió los hombros, poniendo los brazos en jarras.
—Qué harta me tienen sus complejos de poder.
Shukaku y Kurama. ¿Qué otra cosa podría haber esperado del inevitable reencuentro entre ambos? Kurama siempre había tomado el papel del hermano mayor, orgulloso y confiado, mirándolos a todos por encima del hombro; y Shukaku, acomplejado de poder y de número de colas, siempre se le había rebelado. Era como ver a un niño pequeño pataleando continuamente contra su hermano mayor para conseguir el reconocimiento que creía merecer. Siempre había sido así desde que Padre los creara, y así seguiría siendo por toda la eternidad.
Y, aún así, había algo que no le daba buena espina sobre todo aquel asunto...
—Bah, sigan así si así lo desean, pero a mí déjenme a un lado de sus conflictos.