23/12/2019, 23:44
—¡CÁLLATE! —No era miedo. Era respeto. No gritaba con odio ni ira. Si no como un padre o un maestro estricto. Era una orden que incluso el corazón quería obedecer.—. Callarás, te estarás quieto, y ya hablaremos luego de todo esto. —Si.Las ordenes de Katsudon iba aseguilas. Pero eso no iba a aplacar nada.—. Pido disculpas —Aunque claramente no había hecho nada más que soportar la carga que era yo. Y yo tampoco. Para mi, dudar en una situación como aquella, era lo más normal del mundo—. Primero, en nombre de mi alumno, quien claramente está pasando por un momento que es incapaz de procesar. Y segundo, en mi nombre, jōnin de Uzushiogakure, por no ser capaz de controlar una situación así con un genin a mi cargo.
—Tsk. No he contado ninguna verdad a medias. No he omitido nada. Os he pedido ayuda. Os he pedido perdón. ¿Qué más queréis de mi?
Llegar a ser capaz de procesar todo lo que estaba pasando allí. Pero no podía. Simplemente no podía.
—Yuuna-sama, deberíamos irnos. Los hombres de Koichi-dono van a sospechar...
—Katsudon-san. ¿Aceptas mi petición todavía? Iré yo sola. No vendrá nadie conmigo. Les he ordenado que finjan que me escapé con vosotros. Supongo que no está alejado de la realidad...
—...sí. Puedes venir con nosotros. Estoy seguro de que Hanabi escuchará.
—Cuídese, Yuuna-sama. Contáctenos cuando llegue sana y salva.
—A medianoche, todos los días, con el Hilo.
—Con el Hilo.
—Gyūki confió su chakra en ti. Eso sólo puede significar que vio bondad dentro de tu corazón
Queria contestarle. De hecho abrí la boca para hacerlo. Pero no llegue a pronunciar ni una sola palabra antes de volver a cerrarla. El silencio era una orden.
Pero el corazón que había visto Gyūki ahora estaba manchando de cosas oscuras y repugnantes. Odio. Ira. Rabia. Otra vez dudas.
Y lo peor era la frustración. La frustración por no saber cómo deshacerse de todos esos sentimientos.
—No necesito que tú confíes en mí, pero a pesar de todo yo sí que lo haría. Sí que te confiaría mi vida. —Ni yo mismo confiaba en ese instante. Me parecía el peor error de todos.—. Hay un largo trecho hasta el barco. Será mejor que nos pongamos a ello.
No hacia falta la mirada de Katsudon. No iba a decir nada. Solo a seguirles en silenció, hasta el barco.
Igual que la primera vez que caminamos hacia el puerto para partir hacia la tierra de los samuráis.
—Tsk. No he contado ninguna verdad a medias. No he omitido nada. Os he pedido ayuda. Os he pedido perdón. ¿Qué más queréis de mi?
Llegar a ser capaz de procesar todo lo que estaba pasando allí. Pero no podía. Simplemente no podía.
—Yuuna-sama, deberíamos irnos. Los hombres de Koichi-dono van a sospechar...
—Katsudon-san. ¿Aceptas mi petición todavía? Iré yo sola. No vendrá nadie conmigo. Les he ordenado que finjan que me escapé con vosotros. Supongo que no está alejado de la realidad...
—...sí. Puedes venir con nosotros. Estoy seguro de que Hanabi escuchará.
—Cuídese, Yuuna-sama. Contáctenos cuando llegue sana y salva.
—A medianoche, todos los días, con el Hilo.
—Con el Hilo.
—Gyūki confió su chakra en ti. Eso sólo puede significar que vio bondad dentro de tu corazón
Queria contestarle. De hecho abrí la boca para hacerlo. Pero no llegue a pronunciar ni una sola palabra antes de volver a cerrarla. El silencio era una orden.
Pero el corazón que había visto Gyūki ahora estaba manchando de cosas oscuras y repugnantes. Odio. Ira. Rabia. Otra vez dudas.
Y lo peor era la frustración. La frustración por no saber cómo deshacerse de todos esos sentimientos.
—No necesito que tú confíes en mí, pero a pesar de todo yo sí que lo haría. Sí que te confiaría mi vida. —Ni yo mismo confiaba en ese instante. Me parecía el peor error de todos.—. Hay un largo trecho hasta el barco. Será mejor que nos pongamos a ello.
No hacia falta la mirada de Katsudon. No iba a decir nada. Solo a seguirles en silenció, hasta el barco.
Igual que la primera vez que caminamos hacia el puerto para partir hacia la tierra de los samuráis.