14/01/2020, 08:46
Daruu desvió la vista al enclenque y escuchimizado Uzukage, ahora derramado de cualquier manera en el suelo. No tenía problemas para creer a Datsue: si alguien era Kage era Kage por algo. Quizás por algo que no era capaz de verse a simple vista. Un jutsu, una técnica de lucha... un shinobi aprende con el tiempo a nunca subestimar a otro. Hacía un tiempo, creía que nadie podía vencer a un Hyūga en taijutsu, y sin embargo un muchacho llamado Daigo con el que entabló cierta camaradería casi fue capaz de sacarlo del ring del Torneo de los Dojos de un buen tortazo.
Luego estaba el orgullo. Yui era la mejor, siempre y bajo ningún concepto. Cualquier amejin hubiese defendido con bravuconería dicha afirmación. Daruu era muy amejin, pero también estaba muy cansado. Suspiró.
—Mientras lo tengamos a nuestro lado contra los Generales y contra Dragón Rojo, a mí me vale —admitió.
Luego estaba el orgullo. Yui era la mejor, siempre y bajo ningún concepto. Cualquier amejin hubiese defendido con bravuconería dicha afirmación. Daruu era muy amejin, pero también estaba muy cansado. Suspiró.
—Mientras lo tengamos a nuestro lado contra los Generales y contra Dragón Rojo, a mí me vale —admitió.