16/01/2020, 16:19
—Un momento, Ayame —le dijo Daruu, y tomó la concha que acababa de marcar con su sangre. Le dio la vuelta e hizo lo propio por el otro lado—. Ya está, ya te la puedes guardar. —Le guiñó un ojo a Datsue y se la entregó.
»Bueno, Ayame, agárrate. Cuando estés, nos vamos.
Daruu formuló una corta serie de sellos, y desapareció junto a la muchacha en un ya simbólico destello de color carmesí.
Datsue escuchó un perezoso gruñido detrás de él. Hanabi se reincorporaba poco a poco.
»Bueno, Ayame, agárrate. Cuando estés, nos vamos.
Daruu formuló una corta serie de sellos, y desapareció junto a la muchacha en un ya simbólico destello de color carmesí.
Datsue escuchó un perezoso gruñido detrás de él. Hanabi se reincorporaba poco a poco.