17/01/2020, 14:54
Que les había estado escuchando.
Tragó saliva.
Que les había estado escuchando…
Su cerebro rebobinando varios minutos hacia atrás como una cinta, en busca de la conversación mantenida con el grupo Llueve Nueve.
Que les había estado… ¡escuchando!
Tuvo un ataque repentino de tos. «Pero, ¡será…! ¡Será ninja, el muy bandido!» Y cotilla. ¡Y maleducado! Eso de escuchar conversaciones ajenas estaba feo, muy feo.
—¿Hasta ahora?
Oh, dioses. Hanabi había oído esa parte. Esa en la que…
—¿¡Qué demonios está pasando con los bijuu!? —Sí, definitivamente la había oído—. ¡He... he oído sus voces! ¡El Gobi y... y... y el Ichibi!
Datsue contuvo de salir de su boca un: oh, mierda.
—Escuche, yo… Juré mantenerles el secreto. Pero también me juré no mentirle nunca. —Y el destino había decidido que debía fallar a alguien. Hiciese lo que hiciese, estaría faltando a su palabra. Suspiró nuevamente. No podía negar lo evidente—. Mire, le parecerá loco, porque a mí también me lo pareció en su día. Pero Ayame y el Gobi… Kokuo —tuvo la necesidad de corregirse—, ellas dos entablaron cierta amistad.
»Kokuo asegura que lo único que desea es vivir en paz, alejada de todo conflicto. De los creados por los humanos… y del propio Kurama. Sí, sí, lo sé, ¡un puto bijuu, hablando de paz! Si yo pensé lo mismo. El caso es que Ayame confía en Kokuo. Daruu confía en Ayame. Y yo confío en Daruu. —Era así de simple—. Y estoy empezando a confiar en Ayame también. Ella… ¡Ella liberó el sello que retenía a Kokuo! ¡Le abrió las puertas! Una locura, pensé. Y aún así, aquí estaba, usted la vio. Intacta. Kokuo podría tomar su cuerpo, matarla, volver a ser totalmente libre en cuanto se le antojase, pero ahí sigue. Ahí sigue…
Suspiró. Era una hostia a mano abierta a todo lo que había dado por cierto. A los cimientos de sus creencias. A… a su conciencia.
—Siento no habérselo dicho, Hanabi-sama. Yo me enteré de esto hace como dos meses, cuando cumplía su deseo: reparar cuánto daño hubiese hecho para tener una buena relación con ellos. —Recordaba como si fuese ayer aquel día. El día en que Hanabi había traído a Aiko a casa. El día en que le había pedido, un poco cansado ya, de no más tonterías. De hacer las paces con los shinobis de Ame. De olvidarse de Yui. Le había llevado su tiempo en cumplir, pero lo había hecho—. Me hicieron prometer guardarles el secreto. Estaban aterrados, no por usted, sino por… Yui. Si ella se enterase de esto, temo por la vida de Ayame. Y la de Daruu.
La veía capaz de tacharles de traidores y matarlos en el acto. O incluso de arrancarle el bijuu a Ayame —aún a costa de su vida—, para elegir un nuevo jinchuuriki. Datsue solía ser malo para guardar secretos, pero el peso de aquel le había hecho mantener la boca cerrada como una tumba. Hasta ahora.
Tragó saliva.
Que les había estado escuchando…
Su cerebro rebobinando varios minutos hacia atrás como una cinta, en busca de la conversación mantenida con el grupo Llueve Nueve.
Que les había estado… ¡escuchando!
Tuvo un ataque repentino de tos. «Pero, ¡será…! ¡Será ninja, el muy bandido!» Y cotilla. ¡Y maleducado! Eso de escuchar conversaciones ajenas estaba feo, muy feo.
—¿Hasta ahora?
Oh, dioses. Hanabi había oído esa parte. Esa en la que…
—¿¡Qué demonios está pasando con los bijuu!? —Sí, definitivamente la había oído—. ¡He... he oído sus voces! ¡El Gobi y... y... y el Ichibi!
Datsue contuvo de salir de su boca un: oh, mierda.
—Escuche, yo… Juré mantenerles el secreto. Pero también me juré no mentirle nunca. —Y el destino había decidido que debía fallar a alguien. Hiciese lo que hiciese, estaría faltando a su palabra. Suspiró nuevamente. No podía negar lo evidente—. Mire, le parecerá loco, porque a mí también me lo pareció en su día. Pero Ayame y el Gobi… Kokuo —tuvo la necesidad de corregirse—, ellas dos entablaron cierta amistad.
»Kokuo asegura que lo único que desea es vivir en paz, alejada de todo conflicto. De los creados por los humanos… y del propio Kurama. Sí, sí, lo sé, ¡un puto bijuu, hablando de paz! Si yo pensé lo mismo. El caso es que Ayame confía en Kokuo. Daruu confía en Ayame. Y yo confío en Daruu. —Era así de simple—. Y estoy empezando a confiar en Ayame también. Ella… ¡Ella liberó el sello que retenía a Kokuo! ¡Le abrió las puertas! Una locura, pensé. Y aún así, aquí estaba, usted la vio. Intacta. Kokuo podría tomar su cuerpo, matarla, volver a ser totalmente libre en cuanto se le antojase, pero ahí sigue. Ahí sigue…
Suspiró. Era una hostia a mano abierta a todo lo que había dado por cierto. A los cimientos de sus creencias. A… a su conciencia.
—Siento no habérselo dicho, Hanabi-sama. Yo me enteré de esto hace como dos meses, cuando cumplía su deseo: reparar cuánto daño hubiese hecho para tener una buena relación con ellos. —Recordaba como si fuese ayer aquel día. El día en que Hanabi había traído a Aiko a casa. El día en que le había pedido, un poco cansado ya, de no más tonterías. De hacer las paces con los shinobis de Ame. De olvidarse de Yui. Le había llevado su tiempo en cumplir, pero lo había hecho—. Me hicieron prometer guardarles el secreto. Estaban aterrados, no por usted, sino por… Yui. Si ella se enterase de esto, temo por la vida de Ayame. Y la de Daruu.
La veía capaz de tacharles de traidores y matarlos en el acto. O incluso de arrancarle el bijuu a Ayame —aún a costa de su vida—, para elegir un nuevo jinchuuriki. Datsue solía ser malo para guardar secretos, pero el peso de aquel le había hecho mantener la boca cerrada como una tumba. Hasta ahora.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado