18/01/2020, 01:01
Datsue frunció el ceño. No enfadado, o contrariado, simplemente pensativo por lo que acababa de escuchar. Quizá algún día no puedan acudir. ¿Qué pasaría entonces? ¿Qué hubiese pasado si no hubiesen respondido a su llamada aquel día? ¿Si tuviese que enfrentarse, él y Hanabi solos, a Bakudan?
«Maldito Hanabi… ¡Yo que quería relajarme y no pensar en nada durante el resto del día!» Ya le habían fastidiado la tarde. «No», dijo una voz de pronto, dentro de su cabeza, revelándose. «Hoy hemos matado a un General. Hoy hemos vengado a los nuestros. Hoy… hoy toca disfrutar, y cuando llegue mañana ya nos preocuparemos».
Asintió para sí. ¡Pues claro que sí, coño!
—Entonces solo nos queda entrenar todavía más duro para volvernos todavía más fuertes, ¿hmm? —sonrió, sabiendo la tremenda dificultad que escondían sus palabras. Cuanto más fuertes se hacía uno, más difícil se volvía seguir progresando. Estaba llegando a cierto punto en el que se veía incapaz de seguir escalando. ¿Estaría llegando ya a la cima de su profesión?—Hmm... —soltó cuando recibió el ungüento, extrañado—. ¿Medicina Hyūga? Pensaba que esos solo sabían dar hostias y poner los ojos en blanco.
No le hizo ascos, sin embargo. Se quitó el chaleco militar y, apretando los dientes para no soltar un gruñido, se la fue pasando por las heridas más feas. Heridas que, curiosamente desde que tenía a Shukaku en su interior, sanaban el doble de rápido.
—¿Sabe qué nos vendría realmente bien? —preguntó, paseando la mirada por toda la habitación—. Una botella de sake. Vamos, no me diga que no os guardabais a escondidas alguna botellita para amenizar las noches. No digo de vaciárnosla, pero… ¡Un brindis nos merecemos! ¡Que hemos derrotado a un General, leches! ¡A un General!
«Maldito Hanabi… ¡Yo que quería relajarme y no pensar en nada durante el resto del día!» Ya le habían fastidiado la tarde. «No», dijo una voz de pronto, dentro de su cabeza, revelándose. «Hoy hemos matado a un General. Hoy hemos vengado a los nuestros. Hoy… hoy toca disfrutar, y cuando llegue mañana ya nos preocuparemos».
Asintió para sí. ¡Pues claro que sí, coño!
—Entonces solo nos queda entrenar todavía más duro para volvernos todavía más fuertes, ¿hmm? —sonrió, sabiendo la tremenda dificultad que escondían sus palabras. Cuanto más fuertes se hacía uno, más difícil se volvía seguir progresando. Estaba llegando a cierto punto en el que se veía incapaz de seguir escalando. ¿Estaría llegando ya a la cima de su profesión?—Hmm... —soltó cuando recibió el ungüento, extrañado—. ¿Medicina Hyūga? Pensaba que esos solo sabían dar hostias y poner los ojos en blanco.
No le hizo ascos, sin embargo. Se quitó el chaleco militar y, apretando los dientes para no soltar un gruñido, se la fue pasando por las heridas más feas. Heridas que, curiosamente desde que tenía a Shukaku en su interior, sanaban el doble de rápido.
—¿Sabe qué nos vendría realmente bien? —preguntó, paseando la mirada por toda la habitación—. Una botella de sake. Vamos, no me diga que no os guardabais a escondidas alguna botellita para amenizar las noches. No digo de vaciárnosla, pero… ¡Un brindis nos merecemos! ¡Que hemos derrotado a un General, leches! ¡A un General!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado