18/01/2020, 02:14
El rostro pálido de Hanabi, como si hubiese visto a un muerto, no hizo sino despertarle todavía más carcajadas. Tantas que le dolían las tripas de tanto reír.
—Vamosh, vamosh… Qué va a decapirte, deca... decapitarte. Ademásh… —Oh, sí, ahora se la iba a devolver—. ¡Tú erash el que me decía que confiashe en losh amejinesh, ¿ssí o no? ¡Puess ahora confía, confía! —Y mató la carcajada en su garganta, pues no era plan de reírse en la cara de su Uzukage, por muy borrachos que estuviesen los dos.
—¿De verdad tengo que hasherlo...? ¡Mi sueldo! ¡Te doy mi sueldo de uuun mes entero! Porfa, tío, va, ¿shomos colegasss o qué?
Verle así, abrazado a él, llorando, le partió el corazón. Sus carcajadas se convirtieron de pronto en un gran remordimiento.
—El… ¡Hip! ¿El shueldo del mess, dicesh?
Bueno, quizá lo que le partiese verdaderamente el corazón era ver todos esos billetes tirados a la basura por una cita. Y quizá, los verdaderos remordimientos venían por todas las cosas que no se podría comprar si rechazaba la propuesta. Aunque, al fin y al cabo, ¿acaso el dinero compraba la felicidad? ¿Qué eran unas risas, al lado de unos cuantos caprichos?
«Pero, a ver, ¡piensha un momento! ¡Fríamente, con claridad, coño! El Kage dijo que… Dijo que cobraba diez vecess lo que un Jonin, ¿no? Hoooshtiaaa puuuta, Datshue tío, ¿cómo vas a rechazar eso?»
Y, por otra parte, ¿acaso no quería oír las anécdotas que Hanabi tendría que contarle de esa cita? ¿Acaso no valía miles de ryos imaginarse la cara de Shanise, toda enfadada? ¿Qué valía más cuando uno vivía su última noche, el recuerdo de todas esas risas o el fajo de billetes bajo el colchón?
La respuesta no era sencilla, de eso no había duda. Estaba en un jodido dilema. Y, cuando habías dudas, Datsue siempre elegía lo mismo:
—Hanabi… Hanabi… Me dijishte que… Me dijishte que el dinero no traía la felici… ¡hip!, felicidad. ¡Que sholo traían lujoss que daban problemas! —Sí, Datsue siempre elegía lo mismo. Y quizá por eso era hora de empezar a cambiar—. No, ¡no! ¡No me tientesh! Yo quiero… ¡Yo quiero seguir sush enseñanzass! ¡Ashí que… Ashí que nos olvidaremosh del dinero, y confiaremosh en los amejinesh! ¡Todo shaldrá bien, Uzukage-sama! ¡Ya lo ve-verá! ¡Todo shaldrá bien! —siguió exclamando, dándole pequeñas palmadas en la espalda para reconfortarle.
Todo iba a salir bien. Yui tendría una cita con Hanabi. Se enamorarían. Tendrían hijos. Y vivirían felices para siempre. ¿Qué cómo lo sabía? Bueno, dicen que el alcohol es malo, pero todo el mundo que lo probó sabe que, llegado a cierto punto, otorga una clarividencia y una visión del futuro inalcanzable por un triste sobrio. O siquiera por el maldito Sharingan.
Datsue lo tenía claro. Todo iba a salir bien.
—Vamosh, vamosh… Qué va a decapirte, deca... decapitarte. Ademásh… —Oh, sí, ahora se la iba a devolver—. ¡Tú erash el que me decía que confiashe en losh amejinesh, ¿ssí o no? ¡Puess ahora confía, confía! —Y mató la carcajada en su garganta, pues no era plan de reírse en la cara de su Uzukage, por muy borrachos que estuviesen los dos.
—¿De verdad tengo que hasherlo...? ¡Mi sueldo! ¡Te doy mi sueldo de uuun mes entero! Porfa, tío, va, ¿shomos colegasss o qué?
Verle así, abrazado a él, llorando, le partió el corazón. Sus carcajadas se convirtieron de pronto en un gran remordimiento.
—El… ¡Hip! ¿El shueldo del mess, dicesh?
Bueno, quizá lo que le partiese verdaderamente el corazón era ver todos esos billetes tirados a la basura por una cita. Y quizá, los verdaderos remordimientos venían por todas las cosas que no se podría comprar si rechazaba la propuesta. Aunque, al fin y al cabo, ¿acaso el dinero compraba la felicidad? ¿Qué eran unas risas, al lado de unos cuantos caprichos?
«Pero, a ver, ¡piensha un momento! ¡Fríamente, con claridad, coño! El Kage dijo que… Dijo que cobraba diez vecess lo que un Jonin, ¿no? Hoooshtiaaa puuuta, Datshue tío, ¿cómo vas a rechazar eso?»
Y, por otra parte, ¿acaso no quería oír las anécdotas que Hanabi tendría que contarle de esa cita? ¿Acaso no valía miles de ryos imaginarse la cara de Shanise, toda enfadada? ¿Qué valía más cuando uno vivía su última noche, el recuerdo de todas esas risas o el fajo de billetes bajo el colchón?
La respuesta no era sencilla, de eso no había duda. Estaba en un jodido dilema. Y, cuando habías dudas, Datsue siempre elegía lo mismo:
—Hanabi… Hanabi… Me dijishte que… Me dijishte que el dinero no traía la felici… ¡hip!, felicidad. ¡Que sholo traían lujoss que daban problemas! —Sí, Datsue siempre elegía lo mismo. Y quizá por eso era hora de empezar a cambiar—. No, ¡no! ¡No me tientesh! Yo quiero… ¡Yo quiero seguir sush enseñanzass! ¡Ashí que… Ashí que nos olvidaremosh del dinero, y confiaremosh en los amejinesh! ¡Todo shaldrá bien, Uzukage-sama! ¡Ya lo ve-verá! ¡Todo shaldrá bien! —siguió exclamando, dándole pequeñas palmadas en la espalda para reconfortarle.
Todo iba a salir bien. Yui tendría una cita con Hanabi. Se enamorarían. Tendrían hijos. Y vivirían felices para siempre. ¿Qué cómo lo sabía? Bueno, dicen que el alcohol es malo, pero todo el mundo que lo probó sabe que, llegado a cierto punto, otorga una clarividencia y una visión del futuro inalcanzable por un triste sobrio. O siquiera por el maldito Sharingan.
Datsue lo tenía claro. Todo iba a salir bien.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado