31/01/2020, 23:56
—Muy bien, muy bien —intervino el Uzukage, tratando de poner paz entre las dos mujeres—. Creo que las posturas respecto al tema ya están lo bastante claras. Kintsugi-dono, es una pena que decida ir por libre en esto. Espero que algún día reconsidere su postura. Entenderá que entonces tampoco podrá contar con el Remolino para servirle a Eikyuu Juro en bandeja de plata. No hasta que hayamos averiguado el por qué. Quiero que lo sepa de antemano para evitar posibles futuros malentendidos. Pero no pienso poner en juego el futuro de Oonindo para saciar la sed de venganza de nadie, por mucho que pueda empatizar con tu deseo.
Kintsugi frunció el ceño. Claro que, debajo de aquel antifaz, no debió percibirse.
—Estamos hablando de un shinobi transformado en bestia que ha asesinado al máximo líder de su aldea. ¿Qué más hay que rebuscar al respecto? Por mucho menos se pide la cabeza de un ninja en el tan Libro Bingo.
—Lo cierto es que... —añadió Yui, y la Morikage se volvió hacia ella. Aunque ya estaba viendo venir cómo iban a terminar las cosas—. Si Kusagakure no va a estar en sintonía con las otras dos aldeas, no veo por qué debiéramos inscribir a Juro en nuestro Libro Bingo. Es un traidor a Kusagakure si ha matado al Kage, de eso no hay ninguna duda. Pero a mí no me ha hecho nada, ni a mi aldea, y por tanto, mientras eso siga siendo así apáñate tú con tu búsqueda. Amegakure y Uzushiogakure, en mi opinión, tienen asuntos mucho más graves de los que preocuparse y no vendría nada bien que ese jinchūriki decidiera tomarla con ellas. Yo estoy para proteger a mi villa, Kintsugi. Mi villa, por encima de todo. Una Alianza contra Kurama no tiene por qué incluir otros adversarios, como comprenderás. Que ahora llegaré a ese tema, por cierto... Aunque a este paso creo que es algo que Hanabi y yo deberíamos de hablar personalmente.
Un tenso silencio invadió el templo de Hokutōmori, y se extendió durante varios largos segundos. Al final, Kintsugi entrelazó las manos sobre la mesa y soltó un largo y tendido suspiro.
—Viendo como están las cosas no me queda otra alternativa —dijo, alzándose en su asiento—. Desde hoy declaro la Alianza de Kusagakure con sus aldeas disuelta —resolvió, mirándolos con fijeza tras su antifaz. Tras ella, Akazukin se cruzó de brazos, mientras Hana seguía igual de estática que antes—. Así que no tenemos nada más que hacer aquí. Nosotros nos encargaremos de la caza de Eikyuu Juro.
La mujer se dio la vuelta, dispuesta a abandonar el lugar, seguida por sus acompañantes. Sin embargo, antes de terminar de salir, se detuvo momentáneamente y se giró una última vez hacia Hanabi y Yui.
—Por cierto, Arashikage-dono, Uzukage-dono. Yo avisaría a sus... Guardianes de cuidarse de entrar en el Bosque. No serán bien recibidos.
Aquella fue la última advertencia de Aburame Kintsugi.
Kintsugi frunció el ceño. Claro que, debajo de aquel antifaz, no debió percibirse.
—Estamos hablando de un shinobi transformado en bestia que ha asesinado al máximo líder de su aldea. ¿Qué más hay que rebuscar al respecto? Por mucho menos se pide la cabeza de un ninja en el tan Libro Bingo.
—Lo cierto es que... —añadió Yui, y la Morikage se volvió hacia ella. Aunque ya estaba viendo venir cómo iban a terminar las cosas—. Si Kusagakure no va a estar en sintonía con las otras dos aldeas, no veo por qué debiéramos inscribir a Juro en nuestro Libro Bingo. Es un traidor a Kusagakure si ha matado al Kage, de eso no hay ninguna duda. Pero a mí no me ha hecho nada, ni a mi aldea, y por tanto, mientras eso siga siendo así apáñate tú con tu búsqueda. Amegakure y Uzushiogakure, en mi opinión, tienen asuntos mucho más graves de los que preocuparse y no vendría nada bien que ese jinchūriki decidiera tomarla con ellas. Yo estoy para proteger a mi villa, Kintsugi. Mi villa, por encima de todo. Una Alianza contra Kurama no tiene por qué incluir otros adversarios, como comprenderás. Que ahora llegaré a ese tema, por cierto... Aunque a este paso creo que es algo que Hanabi y yo deberíamos de hablar personalmente.
Un tenso silencio invadió el templo de Hokutōmori, y se extendió durante varios largos segundos. Al final, Kintsugi entrelazó las manos sobre la mesa y soltó un largo y tendido suspiro.
—Viendo como están las cosas no me queda otra alternativa —dijo, alzándose en su asiento—. Desde hoy declaro la Alianza de Kusagakure con sus aldeas disuelta —resolvió, mirándolos con fijeza tras su antifaz. Tras ella, Akazukin se cruzó de brazos, mientras Hana seguía igual de estática que antes—. Así que no tenemos nada más que hacer aquí. Nosotros nos encargaremos de la caza de Eikyuu Juro.
La mujer se dio la vuelta, dispuesta a abandonar el lugar, seguida por sus acompañantes. Sin embargo, antes de terminar de salir, se detuvo momentáneamente y se giró una última vez hacia Hanabi y Yui.
—Por cierto, Arashikage-dono, Uzukage-dono. Yo avisaría a sus... Guardianes de cuidarse de entrar en el Bosque. No serán bien recibidos.
Aquella fue la última advertencia de Aburame Kintsugi.