14/02/2020, 10:41
El acabose. Hanabi tampoco estaba de acuerdo con la delegación de Amegakure. La verdad es que Shanise no habría cambiado de opinión de ninguna manera, pero a quien sabía navegar a contracorriente no le costaba encontrar una serie de torbellinos sobre los que acercarse a las costas de la Tormenta. Shiona siempre lo había hecho, y ahora la segunda al cargo de Amegakure reconoció la misma maniobra en las palabras del Uzukage. La mujer entrecerró los ojos: esta vez, era una voluntad bienintencionada. Pero no le hacía ninguna gracia que, cada vez más, todos mangonearan a Yui apelando a su sentido del orgullo. Su protegida era una persona que causaba un gran impacto en los demás, pero al mismo tiempo, cada vez se daba cuenta de que su mayor debilidad era precisamente su volatilidad.
—¡Coño, pues claro, joder! —exclamó Yui llena de júbilo, alzando el brazo en alto—. Demostrémosle a esos lechugos quién manda aquí, sí señor. Eh, eh, ¿y te imaginas que nuestros jinchūriki se petan a todos los kusareños del torneo? ¡Qué maravillosa visión sería esa!
Shanise no estaba segura de si cabrear más a Kintsugi era buena idea. La Morikage ya había roto la neutralidad de Hokutōmori amenazándoles con aquellas mariposas. Quizás en el estadio y bajo el atento juicio del Jūchin, la líder de la Hierba se tomara más en serio las reglas del Valle de los Dojos. Si no, podría desencadenarse una guerra. Y eso sin contar con las posibles acciones individuales de algún kusareño envalentonado.
No, el torneo no era una buena idea. Pero era una idea a todas luces imparable, más ahora con Yui metida hasta el fango.
»Ah, los bijū... —suspiró la Arashikage, sonriéndole a Hanabi—. ¿Quién nos diría, eh, Hanabi? ¿Se plantó Uchiha Datsue también en tu despacho para decirte que había liberado al Ichibi?
—¡Coño, pues claro, joder! —exclamó Yui llena de júbilo, alzando el brazo en alto—. Demostrémosle a esos lechugos quién manda aquí, sí señor. Eh, eh, ¿y te imaginas que nuestros jinchūriki se petan a todos los kusareños del torneo? ¡Qué maravillosa visión sería esa!
Shanise no estaba segura de si cabrear más a Kintsugi era buena idea. La Morikage ya había roto la neutralidad de Hokutōmori amenazándoles con aquellas mariposas. Quizás en el estadio y bajo el atento juicio del Jūchin, la líder de la Hierba se tomara más en serio las reglas del Valle de los Dojos. Si no, podría desencadenarse una guerra. Y eso sin contar con las posibles acciones individuales de algún kusareño envalentonado.
No, el torneo no era una buena idea. Pero era una idea a todas luces imparable, más ahora con Yui metida hasta el fango.
»Ah, los bijū... —suspiró la Arashikage, sonriéndole a Hanabi—. ¿Quién nos diría, eh, Hanabi? ¿Se plantó Uchiha Datsue también en tu despacho para decirte que había liberado al Ichibi?