16/02/2020, 19:00
— ¿R-Ren? — preguntó confusa Hana cuando la morena la cogió en brazos sin avisar ni nada.
Sin embargo, lejos estaba Ren de contestarle o hacerle caso alguno. La rubia se apretó contra el pecho de la amejin todo lo que pudo, en busca de calor.
—Toallas... Algo... Esta helada... —
La voz de su compañera la hizo fijarse en los alrededores, ya no estaban fuera, así que se había deshecho de esa fastidiosa lluvia. También había luz, mucha más luz de la que había antes. Pudo ver el rostro de Ren como no había podido en el resto del día, estaba pálida, más de lo que recordaba. Su expresión no era de enfermedad, sino de preocupación.
Pronto otro rostro entró en su campo de visión, se trataba de la mujer mayor que regía el lugar. Sintió su mano arrugada y caliente en su frente y después dijo algo a Ren, Hana se volvió a acurrucar contra el pecho de la amejin.
— Mira que os lo tengo dicho, nada de paseitos en el bosque cuando se acerca tormenta. Pero nada. — tras eso salió en dirección al pasillo como una flecha. — ¿A qué coño esperas? Sigueme, niña.
Caminaba a toda prisa con un bastón de madera, vestía un kimono de color claro con detalles verdes y apenas medía lo mismo que las dos chicas. Llevaba el pelo, medio marron medio cano, recogido en un apretado moño. Si Ren la seguía la llevaría a un cuarto austero donde había una cama y un armario con bastante espacio detras de un biombo.
— Desnudala y déjala encima de la cama, ahora traigo las toallas y ropa. Espabila.
Sin embargo, lejos estaba Ren de contestarle o hacerle caso alguno. La rubia se apretó contra el pecho de la amejin todo lo que pudo, en busca de calor.
—Toallas... Algo... Esta helada... —
La voz de su compañera la hizo fijarse en los alrededores, ya no estaban fuera, así que se había deshecho de esa fastidiosa lluvia. También había luz, mucha más luz de la que había antes. Pudo ver el rostro de Ren como no había podido en el resto del día, estaba pálida, más de lo que recordaba. Su expresión no era de enfermedad, sino de preocupación.
Pronto otro rostro entró en su campo de visión, se trataba de la mujer mayor que regía el lugar. Sintió su mano arrugada y caliente en su frente y después dijo algo a Ren, Hana se volvió a acurrucar contra el pecho de la amejin.
— Mira que os lo tengo dicho, nada de paseitos en el bosque cuando se acerca tormenta. Pero nada. — tras eso salió en dirección al pasillo como una flecha. — ¿A qué coño esperas? Sigueme, niña.
Caminaba a toda prisa con un bastón de madera, vestía un kimono de color claro con detalles verdes y apenas medía lo mismo que las dos chicas. Llevaba el pelo, medio marron medio cano, recogido en un apretado moño. Si Ren la seguía la llevaría a un cuarto austero donde había una cama y un armario con bastante espacio detras de un biombo.
— Desnudala y déjala encima de la cama, ahora traigo las toallas y ropa. Espabila.