15/03/2020, 15:12
Tras los hermosos fuegos artificiales, acabando con el remolino carmesí tan bien orquestado como cada año, Eri y Hana dieron un lento paseo por el jardín, charlando de temas triviales como los colores que mezclaban en la colada o como dar una buena patada en las costillas. Nada demasiado reseñable, tampoco podían ser todos los temas de conversación de épicas y temas cruciales para Onindo.
Finalmente, se separaron ya que cada una vivía en una dirección diferente. Hana no se contuvo, tal vez porque la misma Eri había dicho que aquel día iban como amigas y no como sensei y alumna, pero estrechó a la pelirroja entre sus brazos con fuerza para despedirse. Le volvió a dar las gracias por todo.
Cuando iba de camino a casa, tras haberse separado de la Uzumaki, una voz la llamó.
— ¡Hana-chan!
Se giró para encontrarse a Jiro, corriendo hacia ella como podía, aún vistiendo tan elegante como la última vez. La rubia cruzó los brazos, claramente molesta, aunque los descruzó rápidamente, intentando aparentar que no lo estaba.
— Jiro-san. — saludó escuetamente
Llegó hasta donde estaba ella y se tomó un segundo para recobrar el aliento, con las manos en las rodillas.
— Quería pedirte perdón, no... no ha estado bien todo en general. No quería que Eri-san y tú os llevaseis una impresión equivocada. Son cosas de mi padre... ya sabes. — empezó mientras se rascaba la nuca con una mano.
Hana no sabía, pero no iba a decirselo.
— Ya, bueno, no pasa nada, teníais vuestras cosas. — contestó con una seriedad absoluta.
— ¿Iréis al torneo?
— Sí... — respondió levantando una ceja, confusa por la pregunta.
— Perfecto, nosotros también estaremos por ahí, como público, claro. Pues ya nos veremos. — tras conseguir la información que quería, se fue meneando la mano como despedida.
Aquel encuentro solo había inflado más el enfado de Hana, pero estaba demasiado confusa para poder expresarselo a quemarropa al muchacho. Se quedo viéndole desaparecer al final de la calle, se iba a cagar cuando lo viese en el torneo, el muy idiota.
Finalmente, se separaron ya que cada una vivía en una dirección diferente. Hana no se contuvo, tal vez porque la misma Eri había dicho que aquel día iban como amigas y no como sensei y alumna, pero estrechó a la pelirroja entre sus brazos con fuerza para despedirse. Le volvió a dar las gracias por todo.
Cuando iba de camino a casa, tras haberse separado de la Uzumaki, una voz la llamó.
— ¡Hana-chan!
Se giró para encontrarse a Jiro, corriendo hacia ella como podía, aún vistiendo tan elegante como la última vez. La rubia cruzó los brazos, claramente molesta, aunque los descruzó rápidamente, intentando aparentar que no lo estaba.
— Jiro-san. — saludó escuetamente
Llegó hasta donde estaba ella y se tomó un segundo para recobrar el aliento, con las manos en las rodillas.
— Quería pedirte perdón, no... no ha estado bien todo en general. No quería que Eri-san y tú os llevaseis una impresión equivocada. Son cosas de mi padre... ya sabes. — empezó mientras se rascaba la nuca con una mano.
Hana no sabía, pero no iba a decirselo.
— Ya, bueno, no pasa nada, teníais vuestras cosas. — contestó con una seriedad absoluta.
— ¿Iréis al torneo?
— Sí... — respondió levantando una ceja, confusa por la pregunta.
— Perfecto, nosotros también estaremos por ahí, como público, claro. Pues ya nos veremos. — tras conseguir la información que quería, se fue meneando la mano como despedida.
Aquel encuentro solo había inflado más el enfado de Hana, pero estaba demasiado confusa para poder expresarselo a quemarropa al muchacho. Se quedo viéndole desaparecer al final de la calle, se iba a cagar cuando lo viese en el torneo, el muy idiota.