16/03/2020, 17:25
La preocupación de Eri había ido transpirando a Hana a lo largo del viaje. Al principio pensó que probablemente fuese la misma que tenía ella, el torneo, su papel en todo aquello, dejar en buen lugar a la villa, sin embargo, parecía haber algo más, una espinita clavada en la pelirroja de la que la rubia no tenía ni idea. Sin embargo, no quería tirar de esa espinita delante de toda la comitiva de viaje, parecía muy personal. Claro que también había visto a su sensei dedicarle comentarios y miradas reprobatorias cada vez que exhibía su actitud infantil o despreocupada habitual. No era un secreto que todavía la veía muy verde.
Si se presentaba ahora ante ella con un pijama infantil sujetando un peluche igual le daba un infarto. ¿Qué podía hacer? Por nada del mundo lo dejaría tirado en el pasillo para entrar al salón, tampoco iba a entrar con él, aunque, bueno, Eri ya lo había visto, como los ANBU, como todas y cada una de las personas con las que se habían cruzado. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Donde iba con el estúpido panda colgando de la mochila?
Suspiró, algo entristecida por todo en general. No tenía sentido acobardarse ahora. Ya era tarde, así que la mayoría de la gente se había ido a dormir ya que al día siguiente retomarían el viaje a primera hora. Hana entró con la cabeza alta, para ir bajándola progresivamente hasta llegar al sillón contiguo al de Eri, dejándose caer sobre él. Llevaba el pelo suelto y el pequeño panda entre sus brazos.
— Buenas noches, Eri-sensei. ¿Qué... qué tal estas?
Parecía que su sensei no estaba bien, pero consolarla con la vergüenza que tenía encima no sabía si conseguiría que sonase creíble.
Si se presentaba ahora ante ella con un pijama infantil sujetando un peluche igual le daba un infarto. ¿Qué podía hacer? Por nada del mundo lo dejaría tirado en el pasillo para entrar al salón, tampoco iba a entrar con él, aunque, bueno, Eri ya lo había visto, como los ANBU, como todas y cada una de las personas con las que se habían cruzado. ¿Cómo podía ser tan estúpida? ¿Donde iba con el estúpido panda colgando de la mochila?
Suspiró, algo entristecida por todo en general. No tenía sentido acobardarse ahora. Ya era tarde, así que la mayoría de la gente se había ido a dormir ya que al día siguiente retomarían el viaje a primera hora. Hana entró con la cabeza alta, para ir bajándola progresivamente hasta llegar al sillón contiguo al de Eri, dejándose caer sobre él. Llevaba el pelo suelto y el pequeño panda entre sus brazos.
— Buenas noches, Eri-sensei. ¿Qué... qué tal estas?
Parecía que su sensei no estaba bien, pero consolarla con la vergüenza que tenía encima no sabía si conseguiría que sonase creíble.