17/03/2020, 00:07
Todavía quedaban varios días para que llegara a celebrarse los combates en los dojos principales; y al igual que otros participantes, Ren estuvo entrenándose desde que llego. Haciendo memoria de lo que le había entrenado con Nanashi, práctico durante todo el día en algunos de los jardines colindantes a su recinto; pero no duró mucho su perseverancia.
Aquel día, se levantó perezosa; tumbada en la cama se cuestionaba fijando la mirada en el techo si de verdad estaba haciendo algún progreso por su cuenta. Y de si de verdad había sido una buena idea inscribirse; en su momento fue como una llamada de los cielos para ella e insitió fervientemente. Recordó la conversación de aquella mañana, y como tanto Nanashi como Oda, no se opusieron en ningún momento, hasta le pareció raro que no intentaran bajarla de las nubes.
Se estiró en la cama y remoloneo un poco, queriendo convencerse de que debía seguir intentándolo aunque perdiera en primera ronda. Se deshizo de su pijama dejando la habitación igual de caótica que la suya a kilómetros de distancia y terminó de vestirse. La parte inferior era igual que la de cualquier ninja común, pero se había desecho de tanto negro debido a los comentarios de alguien que no esperaba ver allí. Se puso una sudadera negra y por encima de esta, un uwagi sin mangas blanco roto que se sostenía con un obi flexible del mismo color; como no era capaz de atarselo por su cuenta, consiguió encontrar uno ancho y ajustable que le solucionó aquel problema.
Preparada para rellenar la calabaza-cantimplora que le había regalado su maestro, escuchó un grito que la llamaba a ella al acercarse a la puerta. La corrió extrañada, aquella voz le resultaba familiar, pero una vez en el pasillo, no vio a nadie en estos, por lo que se llevo una mano a su mentón dubitativa.
— ¿Me estaré imaginando cosas? ¿Debería seguir haciendo el vago? — susurró intentando buscar excusas para no tener que acabar derrotada aquella mañana.
Aquel día, se levantó perezosa; tumbada en la cama se cuestionaba fijando la mirada en el techo si de verdad estaba haciendo algún progreso por su cuenta. Y de si de verdad había sido una buena idea inscribirse; en su momento fue como una llamada de los cielos para ella e insitió fervientemente. Recordó la conversación de aquella mañana, y como tanto Nanashi como Oda, no se opusieron en ningún momento, hasta le pareció raro que no intentaran bajarla de las nubes.
Se estiró en la cama y remoloneo un poco, queriendo convencerse de que debía seguir intentándolo aunque perdiera en primera ronda. Se deshizo de su pijama dejando la habitación igual de caótica que la suya a kilómetros de distancia y terminó de vestirse. La parte inferior era igual que la de cualquier ninja común, pero se había desecho de tanto negro debido a los comentarios de alguien que no esperaba ver allí. Se puso una sudadera negra y por encima de esta, un uwagi sin mangas blanco roto que se sostenía con un obi flexible del mismo color; como no era capaz de atarselo por su cuenta, consiguió encontrar uno ancho y ajustable que le solucionó aquel problema.
Preparada para rellenar la calabaza-cantimplora que le había regalado su maestro, escuchó un grito que la llamaba a ella al acercarse a la puerta. La corrió extrañada, aquella voz le resultaba familiar, pero una vez en el pasillo, no vio a nadie en estos, por lo que se llevo una mano a su mentón dubitativa.
— ¿Me estaré imaginando cosas? ¿Debería seguir haciendo el vago? — susurró intentando buscar excusas para no tener que acabar derrotada aquella mañana.