28/03/2020, 00:26
¿Un cerdo? Oh, no un cerdo. Pero un gato gordo y con mucha mala hostia tal vez sí que pudiera invocar. Y sin la ayuda de aquél gilipollas. Gilipollas por el que ahora preguntaba Ayame.
—Oh, sí, vaya que si la pagó el pobre infeliz —dijo Daruu, haciendo un ademán con la mano, como restándole importancia—. Ya se encargó mi madre de ello.
Se encargó de colgarle un cartel del cuello y ponerle un disfraz de pastel de fresa con patas y bracitos. Se encargó de que se aprendiera una ridícula canción y de que la repitiera por todas y cada una de las calles de la aldea. Y se encargó más tarde de pedirle amistosamente que se acercase a Shinogi-To a por unos cuantos ingredientes.
Daruu no tenía ninguna duda de que ahora mismo aquél hombre estaría en su casa, enfrascado en el volumen más gordo que encontró en la biblioteca de Amegakure sobre el Kuchiyose no Jutsu, asegurándose de que jamás, jamás, volvería a perder el control de una criatura.
Al Hyūga le rugió el estómago.
»¡Oye! —dijo de pronto—. Creo que tenemos algo pendiente por celebrar, ¿no? —Sonrió, alzó una ceja, y golpeó con picardía la plaquita dorada de jōnin de Ayame.
—Oh, sí, vaya que si la pagó el pobre infeliz —dijo Daruu, haciendo un ademán con la mano, como restándole importancia—. Ya se encargó mi madre de ello.
Se encargó de colgarle un cartel del cuello y ponerle un disfraz de pastel de fresa con patas y bracitos. Se encargó de que se aprendiera una ridícula canción y de que la repitiera por todas y cada una de las calles de la aldea. Y se encargó más tarde de pedirle amistosamente que se acercase a Shinogi-To a por unos cuantos ingredientes.
Daruu no tenía ninguna duda de que ahora mismo aquél hombre estaría en su casa, enfrascado en el volumen más gordo que encontró en la biblioteca de Amegakure sobre el Kuchiyose no Jutsu, asegurándose de que jamás, jamás, volvería a perder el control de una criatura.
Al Hyūga le rugió el estómago.
»¡Oye! —dijo de pronto—. Creo que tenemos algo pendiente por celebrar, ¿no? —Sonrió, alzó una ceja, y golpeó con picardía la plaquita dorada de jōnin de Ayame.