2/04/2020, 22:38
Ren se revolvió mientras su clon la mantenía en el suelo, pero Hana estaba concentrada en la respuesta de la morena, en por qué le había hecho todo eso.
— ¡¡NI INFORMACIÓN NI APUESTAS, LO HICE PORQUE TE QUERÍA!!
Lejos de aliviarla, la respuesta le dolió casi tanto como le dolió mirar directamente al destello de luz que nació de la bandana de la amejin.
— ¡¿QUERER?! ¡¿TÚ?! ¿¡Ignorarías sin más a alguien a quien quieres!? ¡¿Abandonarías a alguien a quien quieres?! ¡¿Qué clase de broma macabra es esta, Ren?! ¡¿TE ESTÁS RIENDO DE MÍ?!
Con el codazo y el puñetazo, el clon se había deshecho en gravilla. Escuchó a Ren empezar a correr, alejándose. Esta vez tuvo la seguridad de que era ella la que iba a por su arma. En cuanto pudo ver, Hana fue tras ella, haciendo sellos. Por suerte para la rubia, ella era mucho más rápida en carrera que Ren, así que su técnica entraría en rango antes de que la morena llegase a su espada.
Hana se detuvo un segundo tras realizar los sellos, escupiendo una masa viscosa y ardiente de lava en dirección a la katana, cubriendo el mango y media hoja en un liquido rojizo. En apenas unos segundos enfriaría, pero era tiempo suficiente para que recortase el espacio que le quedaba para llegar a Ren.
Esta vez, una Hana, tan real como su amor por la morena, placaría a Ren, esperando cogerla por sorpresa y tirarla al suelo de nuevo. Lo consiguiese o no, la cogería del cuello de la camisa y la zarandearía con toda la fuerza que podía.
— ¡Dime la verdad! ¡DIMELA! ¡DEJA DE JUGAR CONMIGO, REN! — de sus mejillas nacían dos rios, que desembocaban en su mentón.
Pero en su mirada había ira, le ardía el estomago, fruto de los golpes y de sus ganas de golpear a la morena. Ya no se creía una sola palabra minimamente decente que le hubiese dicho, todo habían sido mentiras. El amor no era eso. El amor no era así. La estaba engañando.
— ¿Por qué, Ren? Yo sí te quería.
— ¡¡NI INFORMACIÓN NI APUESTAS, LO HICE PORQUE TE QUERÍA!!
Lejos de aliviarla, la respuesta le dolió casi tanto como le dolió mirar directamente al destello de luz que nació de la bandana de la amejin.
— ¡¿QUERER?! ¡¿TÚ?! ¿¡Ignorarías sin más a alguien a quien quieres!? ¡¿Abandonarías a alguien a quien quieres?! ¡¿Qué clase de broma macabra es esta, Ren?! ¡¿TE ESTÁS RIENDO DE MÍ?!
Con el codazo y el puñetazo, el clon se había deshecho en gravilla. Escuchó a Ren empezar a correr, alejándose. Esta vez tuvo la seguridad de que era ella la que iba a por su arma. En cuanto pudo ver, Hana fue tras ella, haciendo sellos. Por suerte para la rubia, ella era mucho más rápida en carrera que Ren, así que su técnica entraría en rango antes de que la morena llegase a su espada.
Hana se detuvo un segundo tras realizar los sellos, escupiendo una masa viscosa y ardiente de lava en dirección a la katana, cubriendo el mango y media hoja en un liquido rojizo. En apenas unos segundos enfriaría, pero era tiempo suficiente para que recortase el espacio que le quedaba para llegar a Ren.
Esta vez, una Hana, tan real como su amor por la morena, placaría a Ren, esperando cogerla por sorpresa y tirarla al suelo de nuevo. Lo consiguiese o no, la cogería del cuello de la camisa y la zarandearía con toda la fuerza que podía.
— ¡Dime la verdad! ¡DIMELA! ¡DEJA DE JUGAR CONMIGO, REN! — de sus mejillas nacían dos rios, que desembocaban en su mentón.
Pero en su mirada había ira, le ardía el estomago, fruto de los golpes y de sus ganas de golpear a la morena. Ya no se creía una sola palabra minimamente decente que le hubiese dicho, todo habían sido mentiras. El amor no era eso. El amor no era así. La estaba engañando.
— ¿Por qué, Ren? Yo sí te quería.