4/04/2020, 15:53
—¡Pues claro que estoy bien! Vamos, no me miréis así. ¡Ni que fuese la primera vez que invito! —exclamó Datsue, ofendido ante la duda de los dos Amejines.
Pero Ayame vio la verdad en su rostro cuando habló de ese supuesto restaurante famosísimo del Valle de los Dojos. Vio la tensión en su mandíbula, la palidez en su piel, sus ojos desorbitados. Por sentir, casi le pareció sentir a su cartera llorando a lágrima viva. Y no pudo evitar sentir un siniestro placer con ello.
—P-pues claro que estoy seguro, Ayame —balbuceó. Incluso su voz había perdido ese firme tono de confianza que siempre esgrimía—. Estoy seguro, sí… ¡Seguro de que mis amigos no irán a lo caro solo porque invite yo! Porque eso estaría feo, ¡muy feo!
Ayame soltó un bufido.
—¡Por supuesto que no, Datsue! ¿Cómo puedes pensar eso de nosotros? —dramatizó, con los brazos en jarras.
—No sé, pero pienso que un tío que te llama desde un jacuzzi y sugiere irse de fiesta no va a invitar a dos amigos que le ayudaron a vencer a un General de Kurama a un sitio de mala muerte roñoso... —la acompañó Daruu—. ¿A que no, Datsue? ¿A que tú eres mucho más que eso, verdad? ¿Porque tú eres un buen tío, eh?
—Además, el sitio que os comento tiene una comida buenísima. He oído de unas croquetas que sirven que son para quitarle el aliento a cualquiera. Eso sí, sólo te sirven una por plato, y el plato más barato son 200 ryō... ¡Pero ya os digo yo que vale la pena!
Ayame seguía estirando de la cuerda. ¿Cuánto daría de sí la goma antes de romperse?
Pero Ayame vio la verdad en su rostro cuando habló de ese supuesto restaurante famosísimo del Valle de los Dojos. Vio la tensión en su mandíbula, la palidez en su piel, sus ojos desorbitados. Por sentir, casi le pareció sentir a su cartera llorando a lágrima viva. Y no pudo evitar sentir un siniestro placer con ello.
—P-pues claro que estoy seguro, Ayame —balbuceó. Incluso su voz había perdido ese firme tono de confianza que siempre esgrimía—. Estoy seguro, sí… ¡Seguro de que mis amigos no irán a lo caro solo porque invite yo! Porque eso estaría feo, ¡muy feo!
Ayame soltó un bufido.
—¡Por supuesto que no, Datsue! ¿Cómo puedes pensar eso de nosotros? —dramatizó, con los brazos en jarras.
—No sé, pero pienso que un tío que te llama desde un jacuzzi y sugiere irse de fiesta no va a invitar a dos amigos que le ayudaron a vencer a un General de Kurama a un sitio de mala muerte roñoso... —la acompañó Daruu—. ¿A que no, Datsue? ¿A que tú eres mucho más que eso, verdad? ¿Porque tú eres un buen tío, eh?
—Además, el sitio que os comento tiene una comida buenísima. He oído de unas croquetas que sirven que son para quitarle el aliento a cualquiera. Eso sí, sólo te sirven una por plato, y el plato más barato son 200 ryō... ¡Pero ya os digo yo que vale la pena!
Ayame seguía estirando de la cuerda. ¿Cuánto daría de sí la goma antes de romperse?