9/04/2020, 20:53
—¿C-cómo dices? —farfulló Datsue, estupefacto—. Cómo que no… Qué no… —Y se levantó. Con mucho esfuerzo y apretándose el estómago en el proceso, pero se levantó—. Ayame, pero, ¿tú sabes quiénes somos? ¿Eh? ¿Me estás diciendo que un par de pizzas de veinte quesos va a poder con nosotros? ¿¡Con nosotros!? ¡¿CON LOS TRES HIJOS NOBLES!
—Aaaaaghh... —protestó ella. Otra vez con la monserga de los Hijos Nobles no, por favor. No en aquella ocasión.
Pero el Uchiha no estaba dispuesto a rendirse.
—¡Inadmisible! —exclamó, e inspiró hasta tres veces antes de seguir hablando—. ¡A esto le pongo yo solución ahora mismito!
—¡No! No, no, no. Nonononono. ¿Qué vas a...? —Ayame comenzó a negarse en redondo al verle entrelazar las manos en hasta cuatro sellos. Pero aunque hubiese querido, no habría podido moverse a tiempo de evitarlo. Datsue apoyó una mano en su hombro.
Ayame abrió los ojos de par en par y se quedó congelada en el sitio mientras Datsue se giraba hacia Daruu y repetía el mismo proceso.
—¡EH, NO, FŪINJUTSU NO! —oyó gritar a su compañero.
Pero Ayame seguía sin reaccionar. Y es que...
—N... ¡NO ME SIENTO EL BRAZO! ¡¿Qué me has hecho, Uchiha?! —bramó, aterrorizada, ignorante del caos que se había desatado a su alrededor. Era como si lo tuviese completamente dormido, por mucho que lo moviera o se lo tocara no era capaz de sentir absolutamente nada.
¿Y si se le quedaba así para siempre? ¿Y si no podía volver a empuñar un arma, o hacer sellos, o... o...?
—Aaaaaghh... —protestó ella. Otra vez con la monserga de los Hijos Nobles no, por favor. No en aquella ocasión.
Pero el Uchiha no estaba dispuesto a rendirse.
—¡Inadmisible! —exclamó, e inspiró hasta tres veces antes de seguir hablando—. ¡A esto le pongo yo solución ahora mismito!
—¡No! No, no, no. Nonononono. ¿Qué vas a...? —Ayame comenzó a negarse en redondo al verle entrelazar las manos en hasta cuatro sellos. Pero aunque hubiese querido, no habría podido moverse a tiempo de evitarlo. Datsue apoyó una mano en su hombro.
Ayame abrió los ojos de par en par y se quedó congelada en el sitio mientras Datsue se giraba hacia Daruu y repetía el mismo proceso.
—¡EH, NO, FŪINJUTSU NO! —oyó gritar a su compañero.
Pero Ayame seguía sin reaccionar. Y es que...
—N... ¡NO ME SIENTO EL BRAZO! ¡¿Qué me has hecho, Uchiha?! —bramó, aterrorizada, ignorante del caos que se había desatado a su alrededor. Era como si lo tuviese completamente dormido, por mucho que lo moviera o se lo tocara no era capaz de sentir absolutamente nada.
¿Y si se le quedaba así para siempre? ¿Y si no podía volver a empuñar un arma, o hacer sellos, o... o...?