10/04/2020, 14:38
(Última modificación: 10/04/2020, 14:39 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
Te odio
¿Porqué dijo esas palabras? Ese sentimiento no era odio, era parecido; pero aquellas palabras no dejaban de resonar una y otra vez en su cabeza.
— Por fin despertaste
— ¿Eh? — dijo atolondrada, buscando de donde venía la voz, a su derecha.
— Te desmayaste en el combate y perdiste — era Nanashi, quien pelaba unas manzanas sentado en una silla.
Todavía algo confusa, miro a las sabanas que la envolvían y a los laterales; era una pequeña habitación con un par de sillas y su propia cama. Un enfermero que estaba esperando a que esta se despertara, se acercó rapidamente hasta Ren, acariciandole la frente.
— ¿Te encuentras bien? ¿Cuantos dedos ves? — dijo alzando dos y cerrando los otros.
— Dos
— Ahora sigue mi dedo con la mirada — movió el índice de un lado a otro varias veces; y posteriormente escandiló a la joven, con una potente lamparita. — No parece que tengas nada grave; habrá sido un mal golpe. Quedate un poco más aquí y si te encuentras mal en estos días, avisa al departamento médico. Yo me marcho, estamos muy ocupados.
Finamente se largó, con paso aligerado; cuando se celebraban combates, no daban abasto pese a ser tan pocos los luchadores.
— Es una buena notícia — dijo suspirando aliviado, volviendo a sus manzanas. — Oda estará aquí en seguida, también quiere verte
· · · · ·
— Siga por el pasillo todo recto, es la última habitación — el apresurado enfermero ni siquiera se despidió.
— Gracias — respondió una voz seca y áspera; se trataba de un hombre muy alto, con el pelo largo y canoso hasta los hombros repeinado hacia atrás, dejando ver su frente en plenitud. Vestia con ropa oscura; un abrigo negro que llegaba hasta los tobillos, y unas botas también negras, en las que se podía apreciar el paso del tiempo. Tras despedirse del sanitario, siguiendole con la mirada, sus ojos se posaron en las de una joven, de cabellos rubios. — Oh, tu eres...