10/04/2020, 15:35
Se había debatido mucho sobre aquello, en la enfermería del estadio le habían dicho que estaba perfectamente, que se aplicase algo de frío en las zonas golpeadas y no se quejase., que ya habían tenido suficiente faena aquel día.
En el momento no se lo había planteado, pero había sido muy rara la forma en la que Ren se había quedado inconsciente. ¿Y si le había pasado algo grave? ¿Y si ya estaba enferma de antes y no le había dicho nada? El enfado y la preocupación se iban pasando las tornas. Porque si estaba enferma de antes y no se lo había contado, era ocultarle cosas, justo de lo que Ren se había quejado. Y de todas formas, eso no excusaba la forma en la que se había portado su supuesta hermana con ella, apartándose de su lado en cuanto veía algo que no le gustaba. ¡Eso no era ser familia!
No, Ren la había usado para entretenerse y cuando el esfuerzo que había que poner en mantener su relación había superado su entretenimiento, la había apartado sin un segundo pensamiento. Aunque en Notsuba la había ayudado cuando tuvo el accidente y no se podía quitar de la cabeza todas las veces que se había preocupado por ella.
Negó mentalmente.
"No, este es el momento en que yo hago lo mismo que me hizo ella, apartarme y dejar que sufra sola. Ah, no, que ella no está sola, a diferencia de mí. Bueno, da igual, no voy a preocuparme por ella, que se apañe. Y si no vuelvo a verla porque tiene algo tan grave que no puede salir de Amegakure nunca más, pues... pues..."
Llevaba aproximadamente quince minutos paseándose por el pasillo que llevaba a la habitación de Ren. Quería entrar y preguntar en la misma medida que quería salir de allí por patas, esconderse bajo una montaña de almohadas, cojines y otras cosas blanditas y llorar hasta el siguiente combate. ¡No podía hacerlo! No podía. Ninguna de las dos cosas. No podía irse sin más ni entrar sin más. Debería buscar ayuda. Esa era la respuesta. Iría a hablar con Eri, una persona mucho más cuerda y madura que ella misma, se lo explicaría todo antes de que se enterase (porque se iba a enterar) de lo que había pasado en su combate. Entonces ella le diría qué hacer.
Iba hacia la salida cuando se encontró de cara con la vida. La vida poniendole al sensei/padre de Ren en toda la cara.
— Oh, tu eres...
Su educación y sus nervios se mezclaron en un amasijo de acciones. Hizo una reverencia y luego otra.
— Himura Hana, señor. Lo-lo siento mucho. No era mi intención que Ren acabara así, bueno, siendo un torneo... pe-pero no quería hacerle daño de verdad, tal vez me excedí. No quería que le pasase nada malo, al menos no de forma permanente, no sé muy bien qué pasó. — se estaba atolondrando con todo lo que quería decir y la forma, extraña y dificil de entender, en que le estaba saliendo.
Hana vestía aún igual que en el combate, con el pelo recogido en una coleta baja con un par de mechones sueltos a cada lado de la cara. Se le notaba una mejilla hinchada del primer puñetazo de Ren, que le había dado a traición como la arpía que era. En su expresión, por debajo de la masa de nerviosismo e inseguridad por como pudiese reaccionar Oda, había tristeza. Mucha tristeza que no venía del dolor físico.
En el momento no se lo había planteado, pero había sido muy rara la forma en la que Ren se había quedado inconsciente. ¿Y si le había pasado algo grave? ¿Y si ya estaba enferma de antes y no le había dicho nada? El enfado y la preocupación se iban pasando las tornas. Porque si estaba enferma de antes y no se lo había contado, era ocultarle cosas, justo de lo que Ren se había quejado. Y de todas formas, eso no excusaba la forma en la que se había portado su supuesta hermana con ella, apartándose de su lado en cuanto veía algo que no le gustaba. ¡Eso no era ser familia!
No, Ren la había usado para entretenerse y cuando el esfuerzo que había que poner en mantener su relación había superado su entretenimiento, la había apartado sin un segundo pensamiento. Aunque en Notsuba la había ayudado cuando tuvo el accidente y no se podía quitar de la cabeza todas las veces que se había preocupado por ella.
Negó mentalmente.
"No, este es el momento en que yo hago lo mismo que me hizo ella, apartarme y dejar que sufra sola. Ah, no, que ella no está sola, a diferencia de mí. Bueno, da igual, no voy a preocuparme por ella, que se apañe. Y si no vuelvo a verla porque tiene algo tan grave que no puede salir de Amegakure nunca más, pues... pues..."
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Llevaba aproximadamente quince minutos paseándose por el pasillo que llevaba a la habitación de Ren. Quería entrar y preguntar en la misma medida que quería salir de allí por patas, esconderse bajo una montaña de almohadas, cojines y otras cosas blanditas y llorar hasta el siguiente combate. ¡No podía hacerlo! No podía. Ninguna de las dos cosas. No podía irse sin más ni entrar sin más. Debería buscar ayuda. Esa era la respuesta. Iría a hablar con Eri, una persona mucho más cuerda y madura que ella misma, se lo explicaría todo antes de que se enterase (porque se iba a enterar) de lo que había pasado en su combate. Entonces ella le diría qué hacer.
Iba hacia la salida cuando se encontró de cara con la vida. La vida poniendole al sensei/padre de Ren en toda la cara.
— Oh, tu eres...
Su educación y sus nervios se mezclaron en un amasijo de acciones. Hizo una reverencia y luego otra.
— Himura Hana, señor. Lo-lo siento mucho. No era mi intención que Ren acabara así, bueno, siendo un torneo... pe-pero no quería hacerle daño de verdad, tal vez me excedí. No quería que le pasase nada malo, al menos no de forma permanente, no sé muy bien qué pasó. — se estaba atolondrando con todo lo que quería decir y la forma, extraña y dificil de entender, en que le estaba saliendo.
Hana vestía aún igual que en el combate, con el pelo recogido en una coleta baja con un par de mechones sueltos a cada lado de la cara. Se le notaba una mejilla hinchada del primer puñetazo de Ren, que le había dado a traición como la arpía que era. En su expresión, por debajo de la masa de nerviosismo e inseguridad por como pudiese reaccionar Oda, había tristeza. Mucha tristeza que no venía del dolor físico.