10/04/2020, 22:47
— Estaba esperando en la puerta cuando llegué y le ofrecí un vaso de agua. No te mentí. — la vergüenza dio paso al enfado con suma facilidad, Ren la estaba pintando de guarra para arriba delante de otra gente, de nuevo. — Además, solo fue un beso, ¿por qué te molesta tanto? Ni siquiera es el primero que me dan sin mi permiso. ¿Qué quieres que haga? ¿Voy matando a todo ser que se me acerque? ¿Para qué? ¿Para que te vuelvas a alejar en cuanto te apetezca?
— ¡Y porqué no... ! — dejo la frase en el aire, por fín se había dado cuenta de que lo que hacía no tenía sentido alguno.
¿Era una especie de hermana mayor sobreprotectora? Es decir, Hana daba la impresión de ser una chica dulce y desvalida, que le costaba defenderse; pero después de la soberana paliza que le había metido, desde luego no era así. Ella podría dar esa impresión, pero Ren siempre intentaba hacerse la dura para luego no ser capaz de dar pie con bola.
— Ren; sere sincero contigo — se levantó encaminandose hacia la puerta. — Quieres ser una espadachina, estas todo el rato hablando de samurais, katanas, blablabla. Y viendo esto es más que obvio que ni te enteras del mundo que te rodea, sigues con tus cuentos de espadas. Juegas a ser un samurai, eso es todo. Da igual que es lo que te enseñe y te ayude, solo te lo tomas a broma.
¿Y ahora a que venia eso? Bastante echa polvo se había quedado después de las palabras de Oda, que ahora era su propio maestro la que la tachaba de tomárselo todo como un juego. Enmudeció, sin tener capacidad de mediar palabra, pues ahora se veía todo tan claro y directo. Nanashi abrió la puerta, y le hizo un suave gesto al hombre mayor.
— Vamos a por un café; dejemoslas un rato a solas
— Me parece bien, este té no esta lo suficientemente amargo — miró a su té y luego a la joven de Uzu, marchandose tras asentir suavemente con la cabeza. — Un placer, pequeña.
— ¡Y porqué no... ! — dejo la frase en el aire, por fín se había dado cuenta de que lo que hacía no tenía sentido alguno.
¿Era una especie de hermana mayor sobreprotectora? Es decir, Hana daba la impresión de ser una chica dulce y desvalida, que le costaba defenderse; pero después de la soberana paliza que le había metido, desde luego no era así. Ella podría dar esa impresión, pero Ren siempre intentaba hacerse la dura para luego no ser capaz de dar pie con bola.
— Ren; sere sincero contigo — se levantó encaminandose hacia la puerta. — Quieres ser una espadachina, estas todo el rato hablando de samurais, katanas, blablabla. Y viendo esto es más que obvio que ni te enteras del mundo que te rodea, sigues con tus cuentos de espadas. Juegas a ser un samurai, eso es todo. Da igual que es lo que te enseñe y te ayude, solo te lo tomas a broma.
¿Y ahora a que venia eso? Bastante echa polvo se había quedado después de las palabras de Oda, que ahora era su propio maestro la que la tachaba de tomárselo todo como un juego. Enmudeció, sin tener capacidad de mediar palabra, pues ahora se veía todo tan claro y directo. Nanashi abrió la puerta, y le hizo un suave gesto al hombre mayor.
— Vamos a por un café; dejemoslas un rato a solas
— Me parece bien, este té no esta lo suficientemente amargo — miró a su té y luego a la joven de Uzu, marchandose tras asentir suavemente con la cabeza. — Un placer, pequeña.