14/04/2020, 18:15
(Última modificación: 14/04/2020, 18:35 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Ayame tuvo que agradecer que la voz Daruu la sacara de su ensimismamiento. Se había quedado mirando a Datsue de una forma muy descarada, demasiado descarada para lo que ella solía ser, y la muchacha agitó la cabeza enérgicamente y volvió a echarse agua por la cara para aliviar el ardor de sus mejillas.
¿Pero qué le había pasado? ¡Ella no era así!
—Nada que un buen Suishōha no arregle, Ayame —había respondido Daruu, con un sonado bufido.
—Ah, bueno, bueno. Aparte del Shuishōha, ahora que lo pienso, sí tengo algo para dejarnos como chorros del oro a los tres. Literalmente os digo. ¡Un fūinjutsu de la hostia! Dadme un segundo, solo tengo que…
—¡NO! —bramó Ayame, cogiendo una piedra redondeada de la orilla del río y alzándola sobre su cabeza en un gesto amenazador.
Y entonces el Uchiha se echó a reír.
—Que era broma. ¡Que era broma! —exclamó, mostrando las palmas de sus manos en señal de paz—. Bueno, y poniéndonos serios… —añadió, pero aún con esa sonrisa zorruna suya—. ¡El Bijū Bunshin no Jutsu! Aunque, tía, tía. La otra vez que te lo vi usar, habías hecho un clon de Kokuō. Quiero decir, de su cuerpo en versión diminuta. Y ahora… ¡Ahora era de ti misma pero poseído por ella!
Ayame parpadeó varias veces, genuinamente sorprendida.
—Ah, que ya la conocías... —murmuró. No recordaba habérsela enseñado en un pasado cercano.
«En el Árbol Sagrado. Cuando os... "reconciliasteis".» Le recordó Kokuō.
—¡Ah! ¿Lo hice entonces? —Ayame volvía a responder en voz alta. Torció el gesto, tratando de hacer memoria, pero al final se encogió de hombros—. Bueno... Sea como sea, puedo hacer ambas cosas, Datsue. Puedo liberar un clon de mí misma poseído por Kokuō, por llamarlo de alguna manera, o puedo liberar lo que es la esencia del bijū en su verdadera forma... pero en miniatura. Lo máximo que he llegado a conseguir es que adopte el tamaño de un caballo adulto. La principal diferencia entre ambas formas es que en forma humana, Kokuō puede utilizar incluso mis técnicas, y en su forma bijū no.
Pocas veces Ayame se abría tanto con los detalles de sus técnicas (la kunoichi solía ser muy recelosa al respecto); pero dado que su intención era enseñársela, tenía que ser lo más específica posible.
¿Pero qué le había pasado? ¡Ella no era así!
—Nada que un buen Suishōha no arregle, Ayame —había respondido Daruu, con un sonado bufido.
—Ah, bueno, bueno. Aparte del Shuishōha, ahora que lo pienso, sí tengo algo para dejarnos como chorros del oro a los tres. Literalmente os digo. ¡Un fūinjutsu de la hostia! Dadme un segundo, solo tengo que…
—¡NO! —bramó Ayame, cogiendo una piedra redondeada de la orilla del río y alzándola sobre su cabeza en un gesto amenazador.
Y entonces el Uchiha se echó a reír.
—Que era broma. ¡Que era broma! —exclamó, mostrando las palmas de sus manos en señal de paz—. Bueno, y poniéndonos serios… —añadió, pero aún con esa sonrisa zorruna suya—. ¡El Bijū Bunshin no Jutsu! Aunque, tía, tía. La otra vez que te lo vi usar, habías hecho un clon de Kokuō. Quiero decir, de su cuerpo en versión diminuta. Y ahora… ¡Ahora era de ti misma pero poseído por ella!
Ayame parpadeó varias veces, genuinamente sorprendida.
—Ah, que ya la conocías... —murmuró. No recordaba habérsela enseñado en un pasado cercano.
«En el Árbol Sagrado. Cuando os... "reconciliasteis".» Le recordó Kokuō.
—¡Ah! ¿Lo hice entonces? —Ayame volvía a responder en voz alta. Torció el gesto, tratando de hacer memoria, pero al final se encogió de hombros—. Bueno... Sea como sea, puedo hacer ambas cosas, Datsue. Puedo liberar un clon de mí misma poseído por Kokuō, por llamarlo de alguna manera, o puedo liberar lo que es la esencia del bijū en su verdadera forma... pero en miniatura. Lo máximo que he llegado a conseguir es que adopte el tamaño de un caballo adulto. La principal diferencia entre ambas formas es que en forma humana, Kokuō puede utilizar incluso mis técnicas, y en su forma bijū no.
Pocas veces Ayame se abría tanto con los detalles de sus técnicas (la kunoichi solía ser muy recelosa al respecto); pero dado que su intención era enseñársela, tenía que ser lo más específica posible.