17/04/2020, 23:26
(Última modificación: 17/04/2020, 23:28 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Una técnica de jinchūriki versus... ¿un detalle por el ascenso? ¡Pues vaya chafón! Daruu, con los carrillos hinchados como un niño, asistió al blablabla de Datsue una vez más, deseando saber de todas formas cuál era ese detalle que le había traído a Ayame.
—¿Un perro también? —preguntó la kunoichi, con una radiante sonrisa de oreja a oreja.
«Hostia, pues espero que no lo lleve al pobre sellado en algún sitio...», meditó Daruu, inclinándose a izquierda y a derecha para buscar un sello escondido entre la ropa, quizás. Finalmente, Datsue reveló un pequeño pergamino, y el Hyūga se temió lo peor. ¡Un perro sellado, pero qué crueldad! Estaba a punto de protestar cuando vio que se trataba de un pequeño estuche con herramientas de dibujo y el estampado del reflejo de una luna.
Era un detalle bonito, de eso no cabía duda. Pero a Daruu no le pareció la gran cosa. No obstante, lo que sentía en aquellos momentos era auténtica vergüenza. Porque a él no se le había ocurrido regalarle nada. De hecho, no habían podido celebrarlo, entre una cosa y otra...
...y ahora quedaba él como el trozo de mierda.
Abatido, se sentó en una roca, con una sonrisa triste, mientras veía a Ayame tan feliz abrazando a Datsue como si fuesen amigos de toda la vida. En realidad eran enemigos de toda la vida reconvertidos en amigos de diez minutos. Pero a veces sólo hace falta eso.
Unos minutos de alegría.
—¿Un perro también? —preguntó la kunoichi, con una radiante sonrisa de oreja a oreja.
«Hostia, pues espero que no lo lleve al pobre sellado en algún sitio...», meditó Daruu, inclinándose a izquierda y a derecha para buscar un sello escondido entre la ropa, quizás. Finalmente, Datsue reveló un pequeño pergamino, y el Hyūga se temió lo peor. ¡Un perro sellado, pero qué crueldad! Estaba a punto de protestar cuando vio que se trataba de un pequeño estuche con herramientas de dibujo y el estampado del reflejo de una luna.
Era un detalle bonito, de eso no cabía duda. Pero a Daruu no le pareció la gran cosa. No obstante, lo que sentía en aquellos momentos era auténtica vergüenza. Porque a él no se le había ocurrido regalarle nada. De hecho, no habían podido celebrarlo, entre una cosa y otra...
...y ahora quedaba él como el trozo de mierda.
Abatido, se sentó en una roca, con una sonrisa triste, mientras veía a Ayame tan feliz abrazando a Datsue como si fuesen amigos de toda la vida. En realidad eran enemigos de toda la vida reconvertidos en amigos de diez minutos. Pero a veces sólo hace falta eso.
Unos minutos de alegría.