25/04/2020, 20:16
Al final consiguieron apartar todo aquel mal asunto a un lado, y Datsue se preparó para su primer intento. Ayame le observaba con atención, aunque ella no tenía unos ojos especiales para poder ver el chakra como sí tenían ellos, por lo que sólo podía fijarse en lo que se veía de forma externa. El Uchiha formó el sello de clonación típico del Kage Bunshin y contrajo el gesto en una mueca de concentración. Pasaron los segundos, pero nada pasaba. Ni siquiera un triste clon fallido.
—Me cago en… ¡Deja que me concentre coooño! —exclamó Datsue de repente, y Ayame se sobresaltó.
Le costó algunos segundos darse cuenta de que no era con ellos con los que estaba hablando.
—Tsssssk… ¡Vamos hostia saaaal!
Y entonces...
Una nube de humo estalló junto a él. Un humo negro y tan denso que no dejaba ver a través de él. Pero el sonido sí que llegó hasta ellos, un sonido escalofriante, de ultratumba. Ayame se reincorporó de golpe, entre alarmada, asustada y curiosa al mismo tiempo.
«¿Ya? ¿Lo va a conseguir a la primera? ¡Yo estuve como una semana intentándolo!» Pensó para sí, con los ojos abiertos como platos.
Pero estaba claro que Uchiha Datsue no era un shinobi normal y corriente. Él estaba por encima de ellos. Les superaba en muchos niveles, y ya casi era inalcanzable. Por eso, cuando el humo se disipó, Daruu y Ayame se encontraron cara a cara con...
—¿Eeehhh...?
Un zombie. Un muerto viviente que acababa de salir arrastrándose de la tumba. Aquella forma humanoide tenía la apariencia externa de Datsue, pero con el cabello del color de la arena, los ojos brillantes y dorados y, desde luego, un cuerpo mucho más esquelético y desinflado que el original. Se le marcaban todos y cada uno de los huesos y el sólo respirar ya parecía suponer una auténtica agonía para él.
—Q-qué… Q-qué… —Incluso su voz era apenas un pito ahogado—. Voy a mat… mat… mat…
—Eeehhmmm… ¡Joder, perdona! Algo… ¡Algo debió fallar!
—Mat... mat... ¡Mat...!
—¡L-lo intentaré de nuevo! No... ¡No nos pongamos nerviosos!
Ayame se había tenido que tapar la boca para no soltar una carcajada. Ella misma había tenido fallos similares, no sólo con el Bijū Bunshin, sino en sus inicios como genin. La kunoichi tuvo que carraspear varias veces, intentando recuperar la serenidad y disimular el ataque de risa que le acababa de dar.
—Eh... ejem... No... No os preocupéis —farfulló, aún luchando para contener la risa. Misión casi imposible, con la visión de aquel esperpento que tenía delante—. Ejem... A mí me llevó varios intentos hasta que logré perfeccionarla. ¡Con la práctica te saldrá perfecto! ¡Vamos, prueba otra vez! Quizás quieras intentarlo con la versión original de Shukaku...
—Me cago en… ¡Deja que me concentre coooño! —exclamó Datsue de repente, y Ayame se sobresaltó.
Le costó algunos segundos darse cuenta de que no era con ellos con los que estaba hablando.
—Tsssssk… ¡Vamos hostia saaaal!
Y entonces...
¡Pluff!
Una nube de humo estalló junto a él. Un humo negro y tan denso que no dejaba ver a través de él. Pero el sonido sí que llegó hasta ellos, un sonido escalofriante, de ultratumba. Ayame se reincorporó de golpe, entre alarmada, asustada y curiosa al mismo tiempo.
«¿Ya? ¿Lo va a conseguir a la primera? ¡Yo estuve como una semana intentándolo!» Pensó para sí, con los ojos abiertos como platos.
Pero estaba claro que Uchiha Datsue no era un shinobi normal y corriente. Él estaba por encima de ellos. Les superaba en muchos niveles, y ya casi era inalcanzable. Por eso, cuando el humo se disipó, Daruu y Ayame se encontraron cara a cara con...
—¿Eeehhh...?
Un zombie. Un muerto viviente que acababa de salir arrastrándose de la tumba. Aquella forma humanoide tenía la apariencia externa de Datsue, pero con el cabello del color de la arena, los ojos brillantes y dorados y, desde luego, un cuerpo mucho más esquelético y desinflado que el original. Se le marcaban todos y cada uno de los huesos y el sólo respirar ya parecía suponer una auténtica agonía para él.
—Q-qué… Q-qué… —Incluso su voz era apenas un pito ahogado—. Voy a mat… mat… mat…
—Eeehhmmm… ¡Joder, perdona! Algo… ¡Algo debió fallar!
—Mat... mat... ¡Mat...!
—¡L-lo intentaré de nuevo! No... ¡No nos pongamos nerviosos!
Ayame se había tenido que tapar la boca para no soltar una carcajada. Ella misma había tenido fallos similares, no sólo con el Bijū Bunshin, sino en sus inicios como genin. La kunoichi tuvo que carraspear varias veces, intentando recuperar la serenidad y disimular el ataque de risa que le acababa de dar.
—Eh... ejem... No... No os preocupéis —farfulló, aún luchando para contener la risa. Misión casi imposible, con la visión de aquel esperpento que tenía delante—. Ejem... A mí me llevó varios intentos hasta que logré perfeccionarla. ¡Con la práctica te saldrá perfecto! ¡Vamos, prueba otra vez! Quizás quieras intentarlo con la versión original de Shukaku...