29/04/2020, 16:50
Cuando aquella caja golpeó el suelo, Ren no fue capaz de saber a que se refería Ebisu hasta que describió por completo lo que realmente debió haber sucedido. La kunoichi estaba más centrada en ayudar a su compañero que en lo que estaba ocurriendo, se acercó hasta Kisame, cogiendo la caja que este intentaba levantar sin ningún éxito; y posteriormente se giró a ver a un nervioso chunin que se debatía internamente. Ebisu pareció cambiar radicalmente; comenzó a moverse de un lado a otro completamente nervioso, Ren miró a Kisame, algo atolondrada por lo sucedido, quería preguntarle a su sensei directamente, pero no era ni el lugar ni el momento. Poco después se marchó, dejándoles el recado de acabar lo empezado, la morena asintió preocupada, dirigiéndose hacía su compañero que parecía algo dolorido al no verse capaz de mover las cajas.
— No te preocupes Kisame, yo me ocupare de esto lo mejor que pueda. Al fin y al cabo, todavía te debo una por lo de Yachi ¿no? — alzó la cabeza, viendo como Ebisu desaparecía entre los altos edificios, saltando de uno a otro cargado con aquellas cajas tan especiales. Caminó hasta la puerta de la casa que les correspondía, tocando a la puerta; pero la única respuesta que recibió fue la de un largo silencio. — Parece que no hay nadie... ¿Volvemos más tarde? No deberíamos pararnos aquí
Volvió a postrar la caja sobre la carretilla, y comenzó a tirar de ella acompañada del silencioso moreno. No tardaron mucho en llegar hasta el último lugar de reparto; al igual que antes, era otro pequeño local, donde un rechoncho hombre les esperaba sonriente. Agradeció la entrega con una amplia sonrisa, puntualizando en que habían sido bastante rápidos. ¿Con cuánto retraso trabajaba aquellos repartidores? se preguntó. Ya solo les quedaba aquel ultimo paquete, del cual nadie respondió; pero la única opción era volver al lugar.
— ¿Que crees que habra pasado? Ebisu estaba realmente agitado — el paso de Ren tirando de la carretilla comenzó a ralentizarse; tantas horas tirando de ella comenzaban a pasarle factura.
— No te preocupes Kisame, yo me ocupare de esto lo mejor que pueda. Al fin y al cabo, todavía te debo una por lo de Yachi ¿no? — alzó la cabeza, viendo como Ebisu desaparecía entre los altos edificios, saltando de uno a otro cargado con aquellas cajas tan especiales. Caminó hasta la puerta de la casa que les correspondía, tocando a la puerta; pero la única respuesta que recibió fue la de un largo silencio. — Parece que no hay nadie... ¿Volvemos más tarde? No deberíamos pararnos aquí
Volvió a postrar la caja sobre la carretilla, y comenzó a tirar de ella acompañada del silencioso moreno. No tardaron mucho en llegar hasta el último lugar de reparto; al igual que antes, era otro pequeño local, donde un rechoncho hombre les esperaba sonriente. Agradeció la entrega con una amplia sonrisa, puntualizando en que habían sido bastante rápidos. ¿Con cuánto retraso trabajaba aquellos repartidores? se preguntó. Ya solo les quedaba aquel ultimo paquete, del cual nadie respondió; pero la única opción era volver al lugar.
— ¿Que crees que habra pasado? Ebisu estaba realmente agitado — el paso de Ren tirando de la carretilla comenzó a ralentizarse; tantas horas tirando de ella comenzaban a pasarle factura.