1/05/2020, 18:05
—¡Tranquilicémonos todos un poco! —exclamó Datsue, alzando las manos, pero Ayame no le soltó, temerosa de que fuera a desaparecer en cualquier momento sin darle una explicación. Se esforzó por inspirar hondo por la nariz, intentando recobrar la compostura, pero sus ojos hablaban por ella. Y gritaban pura desesperación—. Estoy seguro de que no es nada malo. Sí, tenía toda la pinta que te selló una técnica. Si dice que te iba a devolver el favor, es que es algo bueno. ¡De eso no tengo dudas!
Ayame palideció de golpe al escucharlo. No había tratado de negarlo, él también estaba convencido de que Shukaku le había sellado una técnica. Y lo peor de todo era que ni él mismo conocía su naturaleza. Sus manos temblaron momentáneamente, pero al fin soltó al Uchiha y se apartó de él y de Daruu.
Su compañero seguía gritando, pero Ayame no era capaz de escucharle. Tenía la mirada perdida en el suelo, y su cabeza se negaba a dejar de darle vueltas al asunto. Un bijū le había sellado una técnica en su interior. Una técnica de la que no conocían su naturaleza. Una técnica que podía activarse en cualquier momento, contra cualquier persona. ¿Y si se activaba en el torneo? ¿Y si se activaba contra uno de los suyos? Y las posibilidades iban desde una inofensiva transformación hasta a un rayo láser destructor de aldeas. Terriblemente angustiada, Ayame se llevó una mano a la boca en un mudo sollozo.
«Kokuō... ¿Qué me ha hecho tu hermano...?»
«No puedo saberlo, Señorita... Pero no tiene más remedio que confiar en su palabra.»
¿Acaso tenía alternativa? Pero...
Ayame palideció de golpe al escucharlo. No había tratado de negarlo, él también estaba convencido de que Shukaku le había sellado una técnica. Y lo peor de todo era que ni él mismo conocía su naturaleza. Sus manos temblaron momentáneamente, pero al fin soltó al Uchiha y se apartó de él y de Daruu.
Su compañero seguía gritando, pero Ayame no era capaz de escucharle. Tenía la mirada perdida en el suelo, y su cabeza se negaba a dejar de darle vueltas al asunto. Un bijū le había sellado una técnica en su interior. Una técnica de la que no conocían su naturaleza. Una técnica que podía activarse en cualquier momento, contra cualquier persona. ¿Y si se activaba en el torneo? ¿Y si se activaba contra uno de los suyos? Y las posibilidades iban desde una inofensiva transformación hasta a un rayo láser destructor de aldeas. Terriblemente angustiada, Ayame se llevó una mano a la boca en un mudo sollozo.
«Kokuō... ¿Qué me ha hecho tu hermano...?»
«No puedo saberlo, Señorita... Pero no tiene más remedio que confiar en su palabra.»
¿Acaso tenía alternativa? Pero...