3/05/2020, 23:19
Como Ren le había dicho que era más lenta en bañarse que en pensar, aprovechó para salir a Sendoshi a comprar algunas cosas y así poder prepararle una buena comida a la morena para que se recuperase de lo suyo. Aunque fuese lo que fuese, seguro que no era por comer, pero hacerlo le daba la sensación de estar haciendo algo porque Ren se mejorase, y eso era suficiente.
Al llegar de nuevo a la habitación de la amejin, ésta aún no había salido, así que fue a llamarla, preocupada porque no se hubiese resbalado y abierto la cabeza contra la pared. Ren le contestó que ya salía, y aún tardó una media hora más. Para cuando la kunoichi salió, Hana ya estaba probando el resultado final de sus experimentos. Solo era un caldo de pollo, pero igual estaba muy fuerte de sabor.
Hana disfrutaba de las cosas saladas, muy saladas y las dulces, muy dulces. Lo cual muchas veces le complicaba cocinar para otra gente. La primera vez que cocinó para alguien, casi mata a su anciana vecina. En todo caso, un caldo fuerte alimenta más que uno soso. Es de primero de caldos.
Al final se había puesto otra ropa de Ren, ignorando el pijama rosa, que solo podía vestir la amejin. Una camiseta de manga corta holgada, negra y unos pantalones de las mismas caracteristicas, incluido el color. Se sentía extrañamente fria con esa tonalidad. Tenía que hacerle más regalos de ropa a Ren y menos armas. Ropa alegre, de colores pastel, aquello parecía estar en un funeral constante.
Encima de todo eso llevaba un delantal que había encontrado en su armario, aunque no parecía de cocinar, pensó que mejor que ensuciarle la ropa sin querer era. El pelo lo llevaba recogido en un par de coletas, una a cada lado, para que se le secase mejor y no se le cayese en el caldo.
— Reeeen, ven a probarlo. — la llamó al verla salir del baño, con cara de dudar. — Casi siempre me paso con la sal, así que le he echado menos de lo habitual. Ah, también he comprado algo de carne, por si el caldo te sabe a poco, aunque no deberías atiborrarte si estás mala. Pero tampoco quería matarte de hambre.
Al llegar de nuevo a la habitación de la amejin, ésta aún no había salido, así que fue a llamarla, preocupada porque no se hubiese resbalado y abierto la cabeza contra la pared. Ren le contestó que ya salía, y aún tardó una media hora más. Para cuando la kunoichi salió, Hana ya estaba probando el resultado final de sus experimentos. Solo era un caldo de pollo, pero igual estaba muy fuerte de sabor.
Hana disfrutaba de las cosas saladas, muy saladas y las dulces, muy dulces. Lo cual muchas veces le complicaba cocinar para otra gente. La primera vez que cocinó para alguien, casi mata a su anciana vecina. En todo caso, un caldo fuerte alimenta más que uno soso. Es de primero de caldos.
Al final se había puesto otra ropa de Ren, ignorando el pijama rosa, que solo podía vestir la amejin. Una camiseta de manga corta holgada, negra y unos pantalones de las mismas caracteristicas, incluido el color. Se sentía extrañamente fria con esa tonalidad. Tenía que hacerle más regalos de ropa a Ren y menos armas. Ropa alegre, de colores pastel, aquello parecía estar en un funeral constante.
Encima de todo eso llevaba un delantal que había encontrado en su armario, aunque no parecía de cocinar, pensó que mejor que ensuciarle la ropa sin querer era. El pelo lo llevaba recogido en un par de coletas, una a cada lado, para que se le secase mejor y no se le cayese en el caldo.
— Reeeen, ven a probarlo. — la llamó al verla salir del baño, con cara de dudar. — Casi siempre me paso con la sal, así que le he echado menos de lo habitual. Ah, también he comprado algo de carne, por si el caldo te sabe a poco, aunque no deberías atiborrarte si estás mala. Pero tampoco quería matarte de hambre.