4/05/2020, 14:05
(Última modificación: 4/05/2020, 14:06 por Himura Hana.)
Miedo. Hana tenía mucho miedo. Primero, por haberse pasado con ese Rasengan, lo había hecho tan gordo y fuerte como había podido y después de ver a Reiji salir volando claramente dolorido y ver como luchaba por levantarse de nuevo, se dio cuenta de que se había pasado. Segundo, conforme bajaba el subidón del momento, subía el ardiente dolor de su pierna, casi no podía ni moverla.
Volvió a posar su mirada en Reiji y mientras ella estaba paralizada del puro terror, él se empezaba a levantar.
"No... no puedo quedarme parada, tengo que reaccionar..." pensó una y otra vez mientras los latidos de su corazón le retumbaban en los oídos. Sin embargo, no lo hizo.
Para cuando volvió en sí, Reiji ya corría hacia ella cargando otra técnica. Rápidamente, imitó la técnica que había hecho el herrero al principio del combate, haciendo un solo sello, desplazándose inmediatamente en diagonal y quedando a unos seis metros de él. Eran pocos, demasiado pocos.
Volvió a hacer sellos tan rápido como pudo, una serie de tres. La tierra entre ambos empezaría a desgarrarse, destrozando el ring de madera y todo lo que estuviese encima en un amplia area de cuatro metros de ancho y ocho de largo. Tras eso e intentando no perder de vista a Reiji, Hana recularía a toda la velocidad que le permitía su pierna, la cual aferraba con la mano izquierda mientras jadeaba de puro dolor. Se detendría a diez metros aproximadamente, si se alejaba más, se saldría del ring, básicamente.
No podía permitirle acercarse, otro corte de esos no lo soportaría.
Volvió a posar su mirada en Reiji y mientras ella estaba paralizada del puro terror, él se empezaba a levantar.
"No... no puedo quedarme parada, tengo que reaccionar..." pensó una y otra vez mientras los latidos de su corazón le retumbaban en los oídos. Sin embargo, no lo hizo.
Para cuando volvió en sí, Reiji ya corría hacia ella cargando otra técnica. Rápidamente, imitó la técnica que había hecho el herrero al principio del combate, haciendo un solo sello, desplazándose inmediatamente en diagonal y quedando a unos seis metros de él. Eran pocos, demasiado pocos.
Volvió a hacer sellos tan rápido como pudo, una serie de tres. La tierra entre ambos empezaría a desgarrarse, destrozando el ring de madera y todo lo que estuviese encima en un amplia area de cuatro metros de ancho y ocho de largo. Tras eso e intentando no perder de vista a Reiji, Hana recularía a toda la velocidad que le permitía su pierna, la cual aferraba con la mano izquierda mientras jadeaba de puro dolor. Se detendría a diez metros aproximadamente, si se alejaba más, se saldría del ring, básicamente.
No podía permitirle acercarse, otro corte de esos no lo soportaría.