10/05/2020, 13:09
Hana vio como su clon se lanzaba con valentía a por Reiji, dándole una buena patada en la pierna y aumentando el daño en la parte baja del espadachín. Perfecto, ahora al menos tendría una oportunidad.
La oportunidad duró un suspiro. Lo justo para que el herrero, tras recibir el golpe, atravesará a la falsa Hana como si fuese de papel.
Hana acababa de verse reflejada en su propio clon. Recordó que en la academia le explicaron que los clones perfectos devuelven los recuerdos y las sensaciones y automaticamente se quedó en el sitio, ojiplatica, pensando en lo que acababa de sentir su clon.
El clon se deshizo en trozos de roca y polvo. No se lo pensó, soltó la Kodachi y levantó las manos con las palmas hacia él.
— ¡Vale! ¡Para, para! ¡Me rindo! — acto seguido se llevó una mano al pecho, justo donde tenía la herida y cayó de culo al suelo.
La pierna ni siquiera la sostenía ya, tenía la tela que había usado cubierta de sangre y empezaba a bajarle, cubriendole todo el pie de aquel liquido carmesí. Una vez fuera de combate, todas las fuerzas que había reunido se dispersaron y el dolor de las heridas se reavivó.
Si en ese punto ya casi no podría salir por su propio pie del ring, ¿cómo hubiese quedado si hubiese seguido? Se empezó a examinar las heridas, con suerte no serían tan graves como las sentía. No quiso dedicarle una mirada a Reiji, sabía que él era de los de pelear hasta la inconsciencia, pero ella, sencillamente, no podía.
La oportunidad duró un suspiro. Lo justo para que el herrero, tras recibir el golpe, atravesará a la falsa Hana como si fuese de papel.
Hana acababa de verse reflejada en su propio clon. Recordó que en la academia le explicaron que los clones perfectos devuelven los recuerdos y las sensaciones y automaticamente se quedó en el sitio, ojiplatica, pensando en lo que acababa de sentir su clon.
El clon se deshizo en trozos de roca y polvo. No se lo pensó, soltó la Kodachi y levantó las manos con las palmas hacia él.
— ¡Vale! ¡Para, para! ¡Me rindo! — acto seguido se llevó una mano al pecho, justo donde tenía la herida y cayó de culo al suelo.
La pierna ni siquiera la sostenía ya, tenía la tela que había usado cubierta de sangre y empezaba a bajarle, cubriendole todo el pie de aquel liquido carmesí. Una vez fuera de combate, todas las fuerzas que había reunido se dispersaron y el dolor de las heridas se reavivó.
Si en ese punto ya casi no podría salir por su propio pie del ring, ¿cómo hubiese quedado si hubiese seguido? Se empezó a examinar las heridas, con suerte no serían tan graves como las sentía. No quiso dedicarle una mirada a Reiji, sabía que él era de los de pelear hasta la inconsciencia, pero ella, sencillamente, no podía.