12/06/2020, 17:30
Hana aceptó el abrazo que ella misma había pedido. Sí, esa calidez era realmente embriagadora. Entonces entraron Oda y Nanashi y por algún motivo se avergonzó de que las encontrasen así, abrazadas. No era para tanto si lo pensaba, pero sus mejillas ya brillaban.
— ¿Has oído eso, Imouto? ¿A dónde vamos?
La sonrisa tan agradable de Ren y la atenta mirada de los adultos no ayudaba a que se relajase.
— Lo-lo que quieras, onee-chan.
Empezó a toquetearse nerviosamente uno de los mechones que le caían por encima de la mejilla, mientras se debatía entre seguir mirando a Ren y maravillandose y apartar la mirada para ver si conseguía que se le bajase la sangre de las mejillas.
— ¿Has oído eso, Imouto? ¿A dónde vamos?
La sonrisa tan agradable de Ren y la atenta mirada de los adultos no ayudaba a que se relajase.
— Lo-lo que quieras, onee-chan.
Empezó a toquetearse nerviosamente uno de los mechones que le caían por encima de la mejilla, mientras se debatía entre seguir mirando a Ren y maravillandose y apartar la mirada para ver si conseguía que se le bajase la sangre de las mejillas.