13/06/2020, 13:31
(Última modificación: 17/07/2020, 00:30 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—Literalmente con ella —asintió él, inclinándose sobre la mesa y bajando la voz como quien está a punto de contar una historia de terror sobre fantasmas. En cierta manera, así era, y Ayame palideció de golpe—. Escucha, durante mucho tiempo creí que se trataba simplemente de un truco. Una especie de ilusión preparada para enseñarme. ¡Pero la última vez me dijo que había crecido demasiado como para haber estado haciendo el vago sólo dos semanas! ¿Lo entiendes? Me reprendió porque sabía que había estado un año sin entrenar. Le tuve que contar lo de mis ojos. Y no sabes cómo reaccionó. Frente a toda la historia. Toda. Ella murió cuando mi madre y mi padre todavía estaban... bien.
—P... pero eso es... —balbuceó Ayame, que poco le faltaba para abrazarse las rodillas como una niña pequeña.
—Por lo visto, selló una porción pequeña de su alma y su chakra en ese sello. Ayame, está viva ahí, o al menos... al menos una especie de Kage Bunshin suyo... es raro... y no sé cómo sentirme —Daruu desvió la mirada, incómodo—. No quiso que le contase nada a mamá. Y en cuanto se repuso, nos pusimos a entrenar. El chakra es... limitado. No podrá enseñarme por mucho tiempo, y... y quiere aprovecharlo para transmitirme todo lo que pueda. Eso también significa que me pega unas palizas que flipas.
—Espera, espera. ¿Te da palizas? ¿Eso quiere decir que entrena contigo? ¿De forma física? —exclamó Ayame, inclinándose aún más hacia delante. Pero entonces se echó hacia atrás, se cruzó de brazos y desvió la mirada—. Pero me da pena por tu madre... ¿Por qué no quiere que lo sepa? Estoy segura de que se alegraría mucho de verla... aunque fuera una vez más... —añadió, sombría.
Además, se lo estaba contando a ella, que ni siquiera pertenecía a su familia. Lo sentía un poco injusto por Kiroe.
—P... pero eso es... —balbuceó Ayame, que poco le faltaba para abrazarse las rodillas como una niña pequeña.
—Por lo visto, selló una porción pequeña de su alma y su chakra en ese sello. Ayame, está viva ahí, o al menos... al menos una especie de Kage Bunshin suyo... es raro... y no sé cómo sentirme —Daruu desvió la mirada, incómodo—. No quiso que le contase nada a mamá. Y en cuanto se repuso, nos pusimos a entrenar. El chakra es... limitado. No podrá enseñarme por mucho tiempo, y... y quiere aprovecharlo para transmitirme todo lo que pueda. Eso también significa que me pega unas palizas que flipas.
—Espera, espera. ¿Te da palizas? ¿Eso quiere decir que entrena contigo? ¿De forma física? —exclamó Ayame, inclinándose aún más hacia delante. Pero entonces se echó hacia atrás, se cruzó de brazos y desvió la mirada—. Pero me da pena por tu madre... ¿Por qué no quiere que lo sepa? Estoy segura de que se alegraría mucho de verla... aunque fuera una vez más... —añadió, sombría.
Además, se lo estaba contando a ella, que ni siquiera pertenecía a su familia. Lo sentía un poco injusto por Kiroe.