18/06/2020, 20:23
—¿El combate contra Rōga? —respondió Daruu, con un resoplido—. No me lo recuerdes. Fue una chorrada, no hubo comparación. Me da rabia que nos tocase en la primera ronda, creo que le habrías ganado. ¿Recuerdas la capa de chakra Raiton de esa Náyade? ¿La que le permitía moverse tan rápido?
Ayame asintió, con un sentido escalofrío. Cómo olvidar a Las Náyades, no podría hacerlo ni aunque quisiera. Las tres eran igual de temibles, igual de letales.
—La tenía —continuó—. Pero casi era yo más rápido sin capa. Así que tú no habrías tenido ningún problema en seguirle. Y atacaba a cortas distancias —Daruu agitó la mano en el aire, restándole importancia. Y Ayame ladeó ligeramente la cabeza, atenta a sus palabras—. Durante el combate, le lancé una ola con la intención de desgastarle. Que tuviera que bloquearla o esquivarla, agotarse. ¿Pues no me viene el otro día y me dice que podría haberle matado, que me pasé? ¿En un torneo? ¿Y quién se cree que soy? Estaba preparado para romper la ola yo mismo si no conseguía contrarrestarla.
»Lo de partir el mochi bien. Pero si son los dos que elegí. El de chocolate para ti entero
Daruu había cambiado de tema tan de repente que Ayame tardó algunos segundos en comprender de qué estaba hablando. Pero entonces se echó a reír.
—Vale, vale, de vainilla y tarta de queso. Creo que podré sobrevivir una noche sin chocolate. Quizás —agregó, encogiéndose de hombros—. Una actitud muy rara la de Rōga. Quiero decir... ninguno de nosotros va a ir a matar en mitad de un torneo amistoso, y menos entre compañeros de aldea, ¿no? Creo que Rōga no ha visto nuestros combates —añadió, con una carcajada. Porque siempre que Daruu y ella cruzaban los puños, tal era su cabezonería que el mundo entero parecía temblar a su alrededor con sus técnicas. Y aún con esas jamás habían llegado a puntos demasiado peligrosos. Que ella recordara, sólo una vez habían tenido que separarlos por su bien—. Yo luché contra Eri. Ella también maneja el Raiton y tenía esa capa de la que has hablado. En cuanto la vi tuve que optar por lo más drástico: cubrir el campo de niebla y atacar desde el escondite. No me gusta luchar así pero... no quería arriesgarme a exponerme a sus Raitones —agregó, hundiendo los hombros con una sonrisa cargada de amargura—. Espero que no me guarde rencor...
Ayame asintió, con un sentido escalofrío. Cómo olvidar a Las Náyades, no podría hacerlo ni aunque quisiera. Las tres eran igual de temibles, igual de letales.
—La tenía —continuó—. Pero casi era yo más rápido sin capa. Así que tú no habrías tenido ningún problema en seguirle. Y atacaba a cortas distancias —Daruu agitó la mano en el aire, restándole importancia. Y Ayame ladeó ligeramente la cabeza, atenta a sus palabras—. Durante el combate, le lancé una ola con la intención de desgastarle. Que tuviera que bloquearla o esquivarla, agotarse. ¿Pues no me viene el otro día y me dice que podría haberle matado, que me pasé? ¿En un torneo? ¿Y quién se cree que soy? Estaba preparado para romper la ola yo mismo si no conseguía contrarrestarla.
»Lo de partir el mochi bien. Pero si son los dos que elegí. El de chocolate para ti entero
Daruu había cambiado de tema tan de repente que Ayame tardó algunos segundos en comprender de qué estaba hablando. Pero entonces se echó a reír.
—Vale, vale, de vainilla y tarta de queso. Creo que podré sobrevivir una noche sin chocolate. Quizás —agregó, encogiéndose de hombros—. Una actitud muy rara la de Rōga. Quiero decir... ninguno de nosotros va a ir a matar en mitad de un torneo amistoso, y menos entre compañeros de aldea, ¿no? Creo que Rōga no ha visto nuestros combates —añadió, con una carcajada. Porque siempre que Daruu y ella cruzaban los puños, tal era su cabezonería que el mundo entero parecía temblar a su alrededor con sus técnicas. Y aún con esas jamás habían llegado a puntos demasiado peligrosos. Que ella recordara, sólo una vez habían tenido que separarlos por su bien—. Yo luché contra Eri. Ella también maneja el Raiton y tenía esa capa de la que has hablado. En cuanto la vi tuve que optar por lo más drástico: cubrir el campo de niebla y atacar desde el escondite. No me gusta luchar así pero... no quería arriesgarme a exponerme a sus Raitones —agregó, hundiendo los hombros con una sonrisa cargada de amargura—. Espero que no me guarde rencor...