19/06/2020, 18:00
Seguiría con la mirada Hana, hasta que esta se marchara por completo; bajando la mirada lentamente hasta el cojín. Una vez con ella fuera de escena, lo abrazaría con fuerza y respiraría profundamente; contemplando todo el cuarto nuevamente pero esta vez de forma mucho más lenta. ¿Sería así su habitación en Uzushiogakure? ¿O sería mucho más dulce?
Cuando esta volvió tocando a la puerta, fue directa a ayudarla. Mientras esta se dirigía a la mesa, Ren cayó en algo; era exactamente como en sus relatos, una princesa que preparaba una ceremonia del té y su samurai protector. Aunque la otra vez hicieron algo parecido, esta vez se sentía completamente diferente para ella, y cargado de simbologia; agitó suavemente la cabeza a los lados sin que Hana se diera cuenta, para quitarse esa fantasía de la cabeza.
No, aquel no era el momento, Hana debía de estar completamente harta de sus tonterías por mucho que se lo dejara pasar a ella; no era el momento de comentarlo ni de pensar en aquella estupidez. Ahora solo importaban ellas dos y nada más para su corazón en el mundo.
— Espero que te guste, creo que es la segunda vez que hago té. Kami-sama, seguramente sepa a rayos. — dijo mientras servía en el par de tazas que había traído.
— No te preocupes por eso, Hana. Hacer un buen té es realmente difícil; Oda me da el pase porque me aprecia, pero a Nanashi siempre le tira los tés que le prepara a la cara. Aunque estén hirviendo — comentó riendo, para sentarse sobre uno de los cojines.
Cuando esta volvió tocando a la puerta, fue directa a ayudarla. Mientras esta se dirigía a la mesa, Ren cayó en algo; era exactamente como en sus relatos, una princesa que preparaba una ceremonia del té y su samurai protector. Aunque la otra vez hicieron algo parecido, esta vez se sentía completamente diferente para ella, y cargado de simbologia; agitó suavemente la cabeza a los lados sin que Hana se diera cuenta, para quitarse esa fantasía de la cabeza.
No, aquel no era el momento, Hana debía de estar completamente harta de sus tonterías por mucho que se lo dejara pasar a ella; no era el momento de comentarlo ni de pensar en aquella estupidez. Ahora solo importaban ellas dos y nada más para su corazón en el mundo.
— Espero que te guste, creo que es la segunda vez que hago té. Kami-sama, seguramente sepa a rayos. — dijo mientras servía en el par de tazas que había traído.
— No te preocupes por eso, Hana. Hacer un buen té es realmente difícil; Oda me da el pase porque me aprecia, pero a Nanashi siempre le tira los tés que le prepara a la cara. Aunque estén hirviendo — comentó riendo, para sentarse sobre uno de los cojines.