19/06/2020, 20:03
— ¡WAAAAH! ¡S-S-Soy Ren! ¡H-Himura Ren!
—L-l-lo siento, Ren-san. Y-yo… Yo...
¿Qué podía hacer Hana? Aparte de avergonzarse de su hermana. Por suerte era lo suficientemente cobarde para soltar el arma de inmediato al ver a Ranko, que podría haberla mandado detrás del tronco volador de una patada en vez de pararse a preguntar. Se llevó una mano a la cara para acariciarse los ojos cerrados y después bajarla lentamente.
—Su-sus padres deben de ser polos opuestos. Ustedes n-no se parecen mucho, je.
Ranko no tardó en arrepentirse de sus propias palabras y rectificar.
—Ah… L-lo s-s-siento, no qui-quise ser indiscreta…
En ese aspecto le recordaba a sí misma, teniendo que disculparse a menudo por soltar lo primero que le venía a la cabeza. No esta vez, tenía que contener cada palabra que quería salir y decirle a Ren que si estaba tonta o qué le pasaba, paseandose con la katana desenvainada y brillando. ¿Y cómo que brillaba? ¡Nunca le había dicho que pudiese hacer tal cosa! ¡Ella también quería que su espada brillase!
— Es que... no somos hermanas de sangre. Nos conocimos, teníamos el mismo apellido, ninguna de las dos tenía familia y decidimos apoyarnos entre nosotras. ¿Verdad, Ren-chan — se acercó a ella para pasarle el brazo por la cintura y estrecharla en un abrazo lateral. — Es un poco despreocupada, espero disculpes el susto que te ha dado, Ranko-chan.
Tuvo que reunir cada ápice de voluntad para decir despreocupada en vez de idiota. Si llega a pasarle algo por hacer la tonta, tendría que haber pasado aún más tiempo en el hospital para vigilar que no se clavase su propia katana sin querer, la muy lerda.
Pero Hana no había pasado por alto los momentos en que la expresión de Ranko se endurecía y se llevaba la mano al abdomen.
— ¿Estás bien, Ranko-chan? Te noto... dolorida.
Hacía muy poco de los combates, de hecho, era posible que Ranko estuviese saltandose su merecido descanso. Entonces tendría que tomar cartas en el asunto y mandarla a la cama... no sabía exactamente como, pero lo haría. ¿Tal vez podía ir a buscar a Daigo-san?
—L-l-lo siento, Ren-san. Y-yo… Yo...
¿Qué podía hacer Hana? Aparte de avergonzarse de su hermana. Por suerte era lo suficientemente cobarde para soltar el arma de inmediato al ver a Ranko, que podría haberla mandado detrás del tronco volador de una patada en vez de pararse a preguntar. Se llevó una mano a la cara para acariciarse los ojos cerrados y después bajarla lentamente.
—Su-sus padres deben de ser polos opuestos. Ustedes n-no se parecen mucho, je.
Ranko no tardó en arrepentirse de sus propias palabras y rectificar.
—Ah… L-lo s-s-siento, no qui-quise ser indiscreta…
En ese aspecto le recordaba a sí misma, teniendo que disculparse a menudo por soltar lo primero que le venía a la cabeza. No esta vez, tenía que contener cada palabra que quería salir y decirle a Ren que si estaba tonta o qué le pasaba, paseandose con la katana desenvainada y brillando. ¿Y cómo que brillaba? ¡Nunca le había dicho que pudiese hacer tal cosa! ¡Ella también quería que su espada brillase!
— Es que... no somos hermanas de sangre. Nos conocimos, teníamos el mismo apellido, ninguna de las dos tenía familia y decidimos apoyarnos entre nosotras. ¿Verdad, Ren-chan — se acercó a ella para pasarle el brazo por la cintura y estrecharla en un abrazo lateral. — Es un poco despreocupada, espero disculpes el susto que te ha dado, Ranko-chan.
Tuvo que reunir cada ápice de voluntad para decir despreocupada en vez de idiota. Si llega a pasarle algo por hacer la tonta, tendría que haber pasado aún más tiempo en el hospital para vigilar que no se clavase su propia katana sin querer, la muy lerda.
Pero Hana no había pasado por alto los momentos en que la expresión de Ranko se endurecía y se llevaba la mano al abdomen.
— ¿Estás bien, Ranko-chan? Te noto... dolorida.
Hacía muy poco de los combates, de hecho, era posible que Ranko estuviese saltandose su merecido descanso. Entonces tendría que tomar cartas en el asunto y mandarla a la cama... no sabía exactamente como, pero lo haría. ¿Tal vez podía ir a buscar a Daigo-san?