Nuestra vida

[Aotsuki Ayame]

—Mis ojos no pueden invocar esqueletos asesinos gigantescos, pero puedo hacer otras cosas más sutiles —resolvió Daruu, con una marcada sonrisilla de suficiencia.

—No, si ya... —protestó Ayame, hinchando los carrillos de nuevo. Todos los shinobi que había conocido y que tenían unos ojos especiales como aquellos habían resultado ser de lo más formidables.

—Y lo del Raiton... no sé por qué quiero disculparme, ¡leches! —se rio—. Pero yo no entrené porque sabía que era fuerte contra tu Suika, sino porque me gusta la utilidad de sus técnicas. ¿No te has animado tú a aprender un segundo elemento?

En aquella ocasión fue el turno de Ayame de sonreír. Quizás Daruu podría haber esperado una respuesta como "«No lo necesito, porque yo soy El Agua»", pero en aquella ocasión no fue así. En su lugar, alzó una de sus manos y mostró sus dedos enfundados en múltiples tiritas, resultado de sus múltiples entrenamientos.

—Quizás. Mi hermano me dijo que sería buena idea, para no depender siempre del Suiton y eso. Pero de momento sólo he conseguido despertarlo, no he logrado dominar ninguna técnica... Ni siquiera la más básica —admitió, hundiendo los hombros.