Kuroyuki vio a través de aquél trébol de color carmesí, y más allá, sumergiéndose en la acogedora oscuridad que evocaban. Pronto, todo su mundo se vino abajo y se encontró en un espacio oscuro, diáfano, en silencio. Sin nada. Cuando trató de respirar y dio una bocanada de aire, lo comprendió: estaba bajo el océano. Manteniendo una aparente calma, trató de recordarse a sí misma que sólo se trataba de un Genjutsu. Una ilusión. Si cerraba los ojos y esperaba...
...y esperaba...
...y esperaba...
...a Kuroyuki le faltaba el aire. Abrió los ojos y no vio nada. Trató de nadar hacia arriba, aunque allá arriba sólo le esperaba oscuridad. Trató de deshacer la ilusión de forma desesperada, trató de pedir ayuda a Kurama, pero Kurama no estaba allí. Kurama, allí, no podía oírle. Kurama, en realidad, no podía hacer nada por ella.
Kuroyuki aguantó hasta que no pudo más. Su boca se abrió por puro reflejo, y respiró agua. Se sintió como una puñalada en los pulmones. Tosía y volvía a respirar agua, y había otra puñalada. Se agarraba el cuello, en un intento desesperado por salir de aquella prisión infernal. Casi rogando que la ilusión terminase antes que su vida.
Pero no lo consiguió.
Kuroyuki despertó. Estaba viva. ¡Todavía estaba viva! ¡Todavía tenía energías! Trató de subir a la superficie. ¿No podía estar tan lejos, verdad? No, no podía estar tan lejos. Pataleó, desesperada, temiendo ese horrible momento. El terrible momento en el que volvería a perder el aliento definitivamente y su cuerpo le obligaría a respirar agua salada. ¿Era eso una luz, o solo su vana esperanza? No, definitivamente era una luz.
«Definitivamente es una luz...»
Podría haber sido el breve reflejo de una superficie muy lejana en las escamas de un pez. Podría, pero en aquél océano sólo había negrura y muerte. No había vida. Y así, Kuroyuki perdió toda la fe, y volvió a respirar agua. ¡Zas! Otra puñalada. ¡Zas! Un dolor insufrible. ¡Zas! La impotencia de no poder respirar.
Kuroyuki despertó. Como si acabase de sumergirse en aquél océano por primera vez en su vida, trató de descifrar el secreto de la ilusión. No podía ser perfecta, ¿verdad? ¡Debía de haber alguna manera de salir! ¡Debía de haberla! Trató de concentrar el chakra a su alrededor, creando una cúpula estanca de viento en la que no entrase el agua. Luego, con su chakra Hyōton, moldeó una esfera en la que, al fin, pudo respirar. «Al fin... sólo tengo que...»
No funcionó. La presión del agua rompió las paredes de su iglú de la salvación y pronto volvió a apresarla de nuevo. ¡Bam! La presión de las profundidades destrozó su oído, haciéndole sangrar. Abrió la boca y de nuevo, una bocanada de agua entró dentro de ella, destruyéndola por dentro. Otra. Y otra. Hasta que murió...
...y despertó de nuevo. Lloró. Kuroyuki lloró, pero al tratar de gritar volvió a tragar agua. Y fue perdiendo la consciencia, poco a poco, bocanada a bocanada, puñalada a puñalada...
Kuroyuki despertó. Buscó rápidamente en su portaobjetos y utilizó un kunai para rajarse el cuello. Sintió que su vida se desvanecía, pero tal vez quitándosela ella misma se libraría de volver a desper
Kuroyuki despertó. Se pegó un sello explosivo en el pecho y tiró de él con fuerza. La mujer reventó en mil pedazos en medio de un mar de oscuridad.
Kuroyuki despertó. Rendida a una realidad de pesadilla, abatió los brazos hacia el fondo y respiró ella misma el agua que acabaría causándole un tormento sin final.
Kuroyuki despertó.
Kuroyuki se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Despertó.
...despertó.
Le dolía la cabeza. El pecho. Los pulmones. Estuvo a punto de caer de rodillas. Sus ojos, inertes, tenían los párpados medio cerrados hasta que una energía sobrenatural y muy, muy enfadada poseyó su cuerpo. Entonces se irguió, con toda una regia entereza, y extendió la mano hacia las dos kunoichi.
—Hijos de puta... Hijos de puta, ¿qué le habéis hecho a...? Así que es eso, ¿verdad? ¡Estáis juntos en esto!
»No sabéis... con quién os estáis enfrentando... os doy una última oportunidad de que recapacitéis. ¡¡VAMOS, KOKUŌ!! ¡TÚ NO ESTÁS TAN LOCA COMO ESE MAPACHE CABRÓN! ¡Tú eres sensata! ¡Deja ya a esa humana con la que te has encaprichado y GOBIERNA!
»Y tú, enmascarada. Habla. Habla ahora o muere.
...y esperaba...
...y esperaba...
...a Kuroyuki le faltaba el aire. Abrió los ojos y no vio nada. Trató de nadar hacia arriba, aunque allá arriba sólo le esperaba oscuridad. Trató de deshacer la ilusión de forma desesperada, trató de pedir ayuda a Kurama, pero Kurama no estaba allí. Kurama, allí, no podía oírle. Kurama, en realidad, no podía hacer nada por ella.
Kuroyuki aguantó hasta que no pudo más. Su boca se abrió por puro reflejo, y respiró agua. Se sintió como una puñalada en los pulmones. Tosía y volvía a respirar agua, y había otra puñalada. Se agarraba el cuello, en un intento desesperado por salir de aquella prisión infernal. Casi rogando que la ilusión terminase antes que su vida.
Pero no lo consiguió.
Kuroyuki despertó. Estaba viva. ¡Todavía estaba viva! ¡Todavía tenía energías! Trató de subir a la superficie. ¿No podía estar tan lejos, verdad? No, no podía estar tan lejos. Pataleó, desesperada, temiendo ese horrible momento. El terrible momento en el que volvería a perder el aliento definitivamente y su cuerpo le obligaría a respirar agua salada. ¿Era eso una luz, o solo su vana esperanza? No, definitivamente era una luz.
«Definitivamente es una luz...»
Podría haber sido el breve reflejo de una superficie muy lejana en las escamas de un pez. Podría, pero en aquél océano sólo había negrura y muerte. No había vida. Y así, Kuroyuki perdió toda la fe, y volvió a respirar agua. ¡Zas! Otra puñalada. ¡Zas! Un dolor insufrible. ¡Zas! La impotencia de no poder respirar.
Kuroyuki despertó. Como si acabase de sumergirse en aquél océano por primera vez en su vida, trató de descifrar el secreto de la ilusión. No podía ser perfecta, ¿verdad? ¡Debía de haber alguna manera de salir! ¡Debía de haberla! Trató de concentrar el chakra a su alrededor, creando una cúpula estanca de viento en la que no entrase el agua. Luego, con su chakra Hyōton, moldeó una esfera en la que, al fin, pudo respirar. «Al fin... sólo tengo que...»
No funcionó. La presión del agua rompió las paredes de su iglú de la salvación y pronto volvió a apresarla de nuevo. ¡Bam! La presión de las profundidades destrozó su oído, haciéndole sangrar. Abrió la boca y de nuevo, una bocanada de agua entró dentro de ella, destruyéndola por dentro. Otra. Y otra. Hasta que murió...
...y despertó de nuevo. Lloró. Kuroyuki lloró, pero al tratar de gritar volvió a tragar agua. Y fue perdiendo la consciencia, poco a poco, bocanada a bocanada, puñalada a puñalada...
Kuroyuki despertó. Buscó rápidamente en su portaobjetos y utilizó un kunai para rajarse el cuello. Sintió que su vida se desvanecía, pero tal vez quitándosela ella misma se libraría de volver a desper
Kuroyuki despertó. Se pegó un sello explosivo en el pecho y tiró de él con fuerza. La mujer reventó en mil pedazos en medio de un mar de oscuridad.
Kuroyuki despertó. Rendida a una realidad de pesadilla, abatió los brazos hacia el fondo y respiró ella misma el agua que acabaría causándole un tormento sin final.
Kuroyuki despertó.
Kuroyuki se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Se ahogó.
Despertó.
Despertó.
...despertó.
Le dolía la cabeza. El pecho. Los pulmones. Estuvo a punto de caer de rodillas. Sus ojos, inertes, tenían los párpados medio cerrados hasta que una energía sobrenatural y muy, muy enfadada poseyó su cuerpo. Entonces se irguió, con toda una regia entereza, y extendió la mano hacia las dos kunoichi.
—Hijos de puta... Hijos de puta, ¿qué le habéis hecho a...? Así que es eso, ¿verdad? ¡Estáis juntos en esto!
»No sabéis... con quién os estáis enfrentando... os doy una última oportunidad de que recapacitéis. ¡¡VAMOS, KOKUŌ!! ¡TÚ NO ESTÁS TAN LOCA COMO ESE MAPACHE CABRÓN! ¡Tú eres sensata! ¡Deja ya a esa humana con la que te has encaprichado y GOBIERNA!
»Y tú, enmascarada. Habla. Habla ahora o muere.