2/07/2020, 23:23
Ayame contemplaba maravillada las luciérnagas que bailaban a su alrededor, como pequeñas estrellas flotantes de color esmeralda. Jamás había visto un espectáculo tan hermoso, en Amegakure la vida de aquellos pequeños insectos no era posible bajo tanta lluvia y entre tanto acero y hormigón. Las luces de neón las sustituían, pero esas luces eran artificiales y escandalosas, mientras que las luciérnagas eran suaves y silenciosas como un cielo estrellado.
—A veces se nos olvida que además de shinobi y kunoichi somos personas... —comentó Daruu, pasando el brazo por detrás de los hombros de Ayame—. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Por mucho que progresemos como ninjas, tenemos también una vida humana por vivir. Una normal.
Ayame sonrió y se recostó en el hombro de Daruu.
—Una vida normal... —repitió, pero fue su mente la que completó la frase: «Contigo, no suena nada mal.»
—Seguro que puedes con el combate, pero mañana tú y yo nos vamos a la piscina, ¿eh?
Ayame se rio por lo bajo.
—Está bien, nada de entrenamientos mañana. Pero si pierdo, será culpa tuya —bromeó—. ¡Vayamos a la piscina entonces! En Amegakure no podemos disfrutarlas como aquí.
—A veces se nos olvida que además de shinobi y kunoichi somos personas... —comentó Daruu, pasando el brazo por detrás de los hombros de Ayame—. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Por mucho que progresemos como ninjas, tenemos también una vida humana por vivir. Una normal.
Ayame sonrió y se recostó en el hombro de Daruu.
—Una vida normal... —repitió, pero fue su mente la que completó la frase: «Contigo, no suena nada mal.»
—Seguro que puedes con el combate, pero mañana tú y yo nos vamos a la piscina, ¿eh?
Ayame se rio por lo bajo.
—Está bien, nada de entrenamientos mañana. Pero si pierdo, será culpa tuya —bromeó—. ¡Vayamos a la piscina entonces! En Amegakure no podemos disfrutarlas como aquí.