4/07/2020, 00:59
Con la llegada de Kuroyuki y la intervención de Kurama, se había olvidado de lo delicada que era ya su situación. Se había olvidado de lo que tenía entre manos, y aquel fue un error que pagaría muy caro.
No llegó a recibir una respuesta de Kurama. Antes de poder hacerlo, sintió un fuerte tirón en la mano con la que sostenía las muñecas de la enmascarada, que se revolvió al verse libre de su atadura y le asestó un fuerte golpe en el antebrazo. Había estado demasiado concentrada en Kurama, de ninguna manera podría haber previsto algo así. Kokuō cayó de costado sobre los escalones con un ronco gruñido, y tanto sus cabellos como sus ojos retornaron a la normalidad de golpe. Ayame había vuelto.
—¡¡¡VAIS A MORIR LOS DOS PEDAZO DE MONSTRUOS!!!
Ayame quiso levantarse, pero cuando fue a mover el brazo para apoyarse en el suelo, fue su pierna derecha la que reaccionó. Intentó hablar, pero fue uno de sus dedos el que se movió.
—Nnngh...
«¿Qué está pasando?» Se preguntó, al borde de las lágrimas. La había pifiado. La había pifiado de una forma estúpida, y ahora no estaba a merced de un enemigo, sino de dos. Dos enemigos con planes y ambiciones muy diferentes. ¿Podía ir a peor su situación? Obstinada como sólo ella podía ser, volvió a intentarlo, intentó mover la pierna pero fue su brazo el que se sacudió de forma ridícula. «Lo siento... Lo siento, Kokuō... No soy lo suficientemente fuerte para enfrentarme a dos oponentes así...»
Y ahora... ¿ahora qué le quedaba esperar? ¿,Qué iban a hacer con ella? ¿Y quién de las dos sería la que se saliera con la suya? ¿La enmascarada? ¿Kuroyuki? ¿O quizás ambas?
Al menos ahora no había ningún sello que revertir. Aunque no estaba segura de si esa idea la consolaba.
No llegó a recibir una respuesta de Kurama. Antes de poder hacerlo, sintió un fuerte tirón en la mano con la que sostenía las muñecas de la enmascarada, que se revolvió al verse libre de su atadura y le asestó un fuerte golpe en el antebrazo. Había estado demasiado concentrada en Kurama, de ninguna manera podría haber previsto algo así. Kokuō cayó de costado sobre los escalones con un ronco gruñido, y tanto sus cabellos como sus ojos retornaron a la normalidad de golpe. Ayame había vuelto.
—¡¡¡VAIS A MORIR LOS DOS PEDAZO DE MONSTRUOS!!!
Ayame quiso levantarse, pero cuando fue a mover el brazo para apoyarse en el suelo, fue su pierna derecha la que reaccionó. Intentó hablar, pero fue uno de sus dedos el que se movió.
—Nnngh...
«¿Qué está pasando?» Se preguntó, al borde de las lágrimas. La había pifiado. La había pifiado de una forma estúpida, y ahora no estaba a merced de un enemigo, sino de dos. Dos enemigos con planes y ambiciones muy diferentes. ¿Podía ir a peor su situación? Obstinada como sólo ella podía ser, volvió a intentarlo, intentó mover la pierna pero fue su brazo el que se sacudió de forma ridícula. «Lo siento... Lo siento, Kokuō... No soy lo suficientemente fuerte para enfrentarme a dos oponentes así...»
Y ahora... ¿ahora qué le quedaba esperar? ¿,Qué iban a hacer con ella? ¿Y quién de las dos sería la que se saliera con la suya? ¿La enmascarada? ¿Kuroyuki? ¿O quizás ambas?
Al menos ahora no había ningún sello que revertir. Aunque no estaba segura de si esa idea la consolaba.