8/07/2020, 01:53
Hubo un instante de duda. ¿Miedo? Quizás. Kurama se relamió en el conflicto interno de su hermana, a la que creía acorralada ante una realidad irrefutable. Oh, sí, ella se negaba a colaborar, así que le mostraría la verdad. Mataría a Aotsuki Ayame y...
¡La segunda fase de la capa de bijuu! Kurama retrocedió, por la presión del aire, cubriéndose con los brazos. «¡¡ESTOY EMPEZANDO A CANSARME DE TI, HERMANA!!» De la espalda de Ayame surgieron cuatro brazos de chakra, que se abalanzaron sobre Kuroyuki, buscando su final. Kurama flexionó las rodillas y saltó rápidamente hacia atrás, pero los cinco brazos, no llegando a golpearle, rozaron su piel, abrasándola.
Aterrizó acuclillado, con la mano extendida. Un peligroso chakra rojizo comenzó a acumularse.
—¡¡OS HABÉIS REBAJADO AL NIVEL DE LOS HUMANOS, Y OS HABÉIS OPUESTO A MI LEGÍTIMO DERECHO DE REINAR SOBRE ELLOS!!
«S-señor... K-kurama... algo no va...»
»¡¡KOKUŌ, ESPERO QUE PIENSES BIEN TUS SIGUIENTES PASOS CUANDO RENAZCAS!! ¡¡AHORA, ESCORIA HUMANA, MUEREEEEEEEEEE!!
Kurama lanzó un láser gigantesco, incandescente, que arrasó con Ayame, Kokuō, y lo que había más allá. Un chakra que atravesó paredes, pasillos y muros, que viajó más allá del estadio. Todo retumbó, y quizás Kurama no se dio cuenta, pero no había sido el único que había causado una destrucción de tamaño calibre.
Cuando la bijūdama cesó, allí no quedaba nada. Ni rastro de su hermana, ni de su jinchūriki. Lo había hecho. Se lo merecía. Ella se lo... merecía.
«¿Estás bien, Kuroyuki?»
Kuroyuki tardó un tiempo en contestar.
«Kurama-sama. Abandonemos este lugar. Por favor.»
Kurama asintió, y volvió a ponerse la capucha de la túnica. Kuroyuki tenía razón. Su cuerpo estaba muy debilitado. Hora de largarse. Shukaku tendría que esperar.
¡¡BAAAAAM!!
¡La segunda fase de la capa de bijuu! Kurama retrocedió, por la presión del aire, cubriéndose con los brazos. «¡¡ESTOY EMPEZANDO A CANSARME DE TI, HERMANA!!» De la espalda de Ayame surgieron cuatro brazos de chakra, que se abalanzaron sobre Kuroyuki, buscando su final. Kurama flexionó las rodillas y saltó rápidamente hacia atrás, pero los cinco brazos, no llegando a golpearle, rozaron su piel, abrasándola.
Aterrizó acuclillado, con la mano extendida. Un peligroso chakra rojizo comenzó a acumularse.
—¡¡OS HABÉIS REBAJADO AL NIVEL DE LOS HUMANOS, Y OS HABÉIS OPUESTO A MI LEGÍTIMO DERECHO DE REINAR SOBRE ELLOS!!
«S-señor... K-kurama... algo no va...»
»¡¡KOKUŌ, ESPERO QUE PIENSES BIEN TUS SIGUIENTES PASOS CUANDO RENAZCAS!! ¡¡AHORA, ESCORIA HUMANA, MUEREEEEEEEEEE!!
Kurama lanzó un láser gigantesco, incandescente, que arrasó con Ayame, Kokuō, y lo que había más allá. Un chakra que atravesó paredes, pasillos y muros, que viajó más allá del estadio. Todo retumbó, y quizás Kurama no se dio cuenta, pero no había sido el único que había causado una destrucción de tamaño calibre.
Cuando la bijūdama cesó, allí no quedaba nada. Ni rastro de su hermana, ni de su jinchūriki. Lo había hecho. Se lo merecía. Ella se lo... merecía.
«¿Estás bien, Kuroyuki?»
Kuroyuki tardó un tiempo en contestar.
«Kurama-sama. Abandonemos este lugar. Por favor.»
Kurama asintió, y volvió a ponerse la capucha de la túnica. Kuroyuki tenía razón. Su cuerpo estaba muy debilitado. Hora de largarse. Shukaku tendría que esperar.