8/07/2020, 14:10
Una pequeña mariposa agitó las alas por última vez y se enganchó a la espalda de Kuroyuki justo en el momento en el que la mujer echó a andar para salir de aquel pasillo que amenazaba con derrumbarse en cualquier momento.
Kintsugi no había intervenido en ningún momento, pero había estado allí y lo había visto todo. Su intención inicial había sido entrar en el edificio para sacar de allí a sus shinobi, pero después de ver allí a la jinchūriki de Amegakure y con la llegada del Nueve Colas, sus planes habían dado un brusco giro de ciento ochenta grados. Y había sido testigo de todo: del enfrentamiento y del intercambio de opiniones entre los dos bijū, de cómo el Nueve Colas congelaba hasta el tuétano a la mujer enmascarada y después erradicaba de la faz de Ōnindo a la jinchūriki de Amegakure. Lo había visto todo. Y pensaba seguir haciéndolo, la situación lo ameritaba. Pero su tiempo se había acabado. Con las dos sucesivas explosiones, el pasillo no tardó en venírsele encima y el Kage Bunshin desapareció con una ligerísima nube de humo que enseguida se vio eclipsada por los escombros y el polvo levantado por el derrumbe.
No había conseguido salvar a sus shinobi, pero esperaba que hubiesen sido capaces de valerse por sí mismos.
Kintsugi no había intervenido en ningún momento, pero había estado allí y lo había visto todo. Su intención inicial había sido entrar en el edificio para sacar de allí a sus shinobi, pero después de ver allí a la jinchūriki de Amegakure y con la llegada del Nueve Colas, sus planes habían dado un brusco giro de ciento ochenta grados. Y había sido testigo de todo: del enfrentamiento y del intercambio de opiniones entre los dos bijū, de cómo el Nueve Colas congelaba hasta el tuétano a la mujer enmascarada y después erradicaba de la faz de Ōnindo a la jinchūriki de Amegakure. Lo había visto todo. Y pensaba seguir haciéndolo, la situación lo ameritaba. Pero su tiempo se había acabado. Con las dos sucesivas explosiones, el pasillo no tardó en venírsele encima y el Kage Bunshin desapareció con una ligerísima nube de humo que enseguida se vio eclipsada por los escombros y el polvo levantado por el derrumbe.
No había conseguido salvar a sus shinobi, pero esperaba que hubiesen sido capaces de valerse por sí mismos.