8/07/2020, 17:12
Los ojos rojos de Kurama desaparecieron en el interior de Kuroyuki, quien, fatigada, se llevó la mano a la frente y se arrodilló, impotente. Ante ella, el vacío más absoluto. Una pradera en calma. Una plácida lluvia que era arrastrada por el viento y le salpicaba. Recordó el frío del océano y se le pusieron los pelos de punta. Antaño le gustaba dicha sensación. Ahora...
La mujer negó con la cabeza y saltó, hasta tocar la hierba. Debía marcharse de allí, más pronto que tarde. Salió corriendo a toda velocidad en dirección a la salida del Valle de los Dojos, tras arrancárse la capa, la mariposa enganchada en ella, que había pasado desapercibida, y su falsa identidad. Con un sello, se transformó en una ANBU de Amegakure.
Debía volver al hogar. Refugiarse. Y repensar los siguientes movimientos de los Generales de Kurama.
La mujer negó con la cabeza y saltó, hasta tocar la hierba. Debía marcharse de allí, más pronto que tarde. Salió corriendo a toda velocidad en dirección a la salida del Valle de los Dojos, tras arrancárse la capa, la mariposa enganchada en ella, que había pasado desapercibida, y su falsa identidad. Con un sello, se transformó en una ANBU de Amegakure.
Debía volver al hogar. Refugiarse. Y repensar los siguientes movimientos de los Generales de Kurama.
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