9/07/2020, 00:46
La Morikage no tuvo tiempo ni de responder siquiera cuando un enorme estruendo resonó cerca de ellos.
Tras aquello el estadio entero comenzó a temblar como si de un terremoto se tratara, ¿habría sido cosa de aquella musculosa bestia? El techo comenzó a resquebrajarse y a ceder sobre las cabezas de todo aquel que se encontrara en la enfermería.
—¡Agáchate! —Le ordenó la cabeza de Kusagakure.
El marionetista ni se planteó durante un segundo aquella orden y se echó al suelo sin vacilar. Vio entonces como Kintsugi actuó velozmente y formó un grueso muro de tierra en horizontal que frenó la caída de los escombros y, tras tocarlo con ambas manos, lo cubrió con una especie de estrías o ramificaciones áureas.
—En cuanto la situación se estabilice un poco, coge a Daigo y sácalo de aquí. —Dijo resolutiva después de salvar la vida de los allí presentes.
—E-entendido Morikage-dono, su shinobi saldrá de aquí con vida, se lo prometo. —Realizó una rápida reverencia. —Y muchas gracias por su ayuda.
Se acercó rápidamente a la camilla donde el kusajin estaba tendido y buscó incorporarle, no sin dificultad, para luego intentar llevárselo conectando cinco hilos argénteos de chakra a él.
—¡Rápido, ayudadme a cargar con él! —Se dirigió a cualquier médico, enfermera o guardia que allí se encontrara. —En el momento en el que el derrumbamiento reduzca su intensidad tenemos que salir de aquí lo más rápido posible e ir al exterior. —Sentenció con confianza para intentar tranquilizar a los pocos sanitarios que allí se encontraban.
Él quería ayudar a evitar el mayor número posible de muertes, pero en aquella situación ya nada podía hacer. No había sido útil y su inacción se estaba cobrando ahora mismo la vida de varios civiles, tal vez aquel descarado amejin tuviera razón. Ahora solo podía ayudar a salvar la vida de Daigo y del personal que estuviera en aquella sala, y si eso es lo único que podía hacer se esforzaría al máximo para cumplir con su deber de la mejor manera posible.
¡¡¡GRRROOOOOOOOOAAAAARRRRRRR!!!
¡¡¡BOOOOOOOOOOMMMMMM!!!
Tras aquello el estadio entero comenzó a temblar como si de un terremoto se tratara, ¿habría sido cosa de aquella musculosa bestia? El techo comenzó a resquebrajarse y a ceder sobre las cabezas de todo aquel que se encontrara en la enfermería.
—¡Agáchate! —Le ordenó la cabeza de Kusagakure.
El marionetista ni se planteó durante un segundo aquella orden y se echó al suelo sin vacilar. Vio entonces como Kintsugi actuó velozmente y formó un grueso muro de tierra en horizontal que frenó la caída de los escombros y, tras tocarlo con ambas manos, lo cubrió con una especie de estrías o ramificaciones áureas.
—En cuanto la situación se estabilice un poco, coge a Daigo y sácalo de aquí. —Dijo resolutiva después de salvar la vida de los allí presentes.
—E-entendido Morikage-dono, su shinobi saldrá de aquí con vida, se lo prometo. —Realizó una rápida reverencia. —Y muchas gracias por su ayuda.
Se acercó rápidamente a la camilla donde el kusajin estaba tendido y buscó incorporarle, no sin dificultad, para luego intentar llevárselo conectando cinco hilos argénteos de chakra a él.
—¡Rápido, ayudadme a cargar con él! —Se dirigió a cualquier médico, enfermera o guardia que allí se encontrara. —En el momento en el que el derrumbamiento reduzca su intensidad tenemos que salir de aquí lo más rápido posible e ir al exterior. —Sentenció con confianza para intentar tranquilizar a los pocos sanitarios que allí se encontraban.
Él quería ayudar a evitar el mayor número posible de muertes, pero en aquella situación ya nada podía hacer. No había sido útil y su inacción se estaba cobrando ahora mismo la vida de varios civiles, tal vez aquel descarado amejin tuviera razón. Ahora solo podía ayudar a salvar la vida de Daigo y del personal que estuviera en aquella sala, y si eso es lo único que podía hacer se esforzaría al máximo para cumplir con su deber de la mejor manera posible.