9/07/2020, 15:59
¿Por qué tuvo que cerrar los ojos? ¡Él quería abrirlos!
La final de Daigo justo había terminado y ahora el chico estaba tirado en el suelo, fuera de combate. La suerte no estuvo de su lado cuando decidió abrir aquel pergamino y ahora eran sus ojos los que no conseguían abrirse.
¡Pero él quería seguir peleando. Él necesitaba...!
Sintió los dedos de su rival entrelazárse con los suyos formando el Sello de la Reconciliación. Estaba bien. El combate ya había terminado.
Calor, terror y dolor. El chico sufrió todo aquello, aunque no era suyo el sufrimiento, sino ajeno. Escuchaba gritos. Todo temblaba ¡pero él no podía ver nada!
Tenía que abrir los ojos. Tenía que levantarse. ¡Tenía que hacer algo! Tenía que...
—...Coge a Daigo y sácalo de aquí.
«¿Kintsugi-sama?» Pensó, esperanzado. Si Kintsugi estaba allí significaba que todo iba a estar bien. «¡No, espera!»
¿Pero bien para quién? ¿Para él? ¡Él no era quien necesitaba ayuda! Él no era quien gritaba. Él no era quien sufría. Eran los demás. Ellos también necesitaban a alguien que les salvara.
Su mano se movió por reflejo a un fino hilo que lo sostenía. No tenía las fuerzas suficientes como para arrancárselo, de hecho, todavía no tenía las fuerzas suficientes para abrir los ojos del todo.
—Rō... ga...
«Te debo un puñetazo, maldito».
Recordó que había sido ese cabrón quien lo dejó allí en primer lugar, pero ¿dónde estaba él ahora? No lo había escuchado en ningún momento. ¿Acaso estaba...?
«Dime que estás bien, Lobo...»
La final de Daigo justo había terminado y ahora el chico estaba tirado en el suelo, fuera de combate. La suerte no estuvo de su lado cuando decidió abrir aquel pergamino y ahora eran sus ojos los que no conseguían abrirse.
¡Pero él quería seguir peleando. Él necesitaba...!
Sintió los dedos de su rival entrelazárse con los suyos formando el Sello de la Reconciliación. Estaba bien. El combate ya había terminado.
¡¡¡GRRROOOOOOOOOAAAAARRRRRRR!!!
¡¡¡BOOOOOOOOOOMMMMMM!!!
Calor, terror y dolor. El chico sufrió todo aquello, aunque no era suyo el sufrimiento, sino ajeno. Escuchaba gritos. Todo temblaba ¡pero él no podía ver nada!
Tenía que abrir los ojos. Tenía que levantarse. ¡Tenía que hacer algo! Tenía que...
—...Coge a Daigo y sácalo de aquí.
«¿Kintsugi-sama?» Pensó, esperanzado. Si Kintsugi estaba allí significaba que todo iba a estar bien. «¡No, espera!»
¿Pero bien para quién? ¿Para él? ¡Él no era quien necesitaba ayuda! Él no era quien gritaba. Él no era quien sufría. Eran los demás. Ellos también necesitaban a alguien que les salvara.
Su mano se movió por reflejo a un fino hilo que lo sostenía. No tenía las fuerzas suficientes como para arrancárselo, de hecho, todavía no tenía las fuerzas suficientes para abrir los ojos del todo.
—Rō... ga...
«Te debo un puñetazo, maldito».
Recordó que había sido ese cabrón quien lo dejó allí en primer lugar, pero ¿dónde estaba él ahora? No lo había escuchado en ningún momento. ¿Acaso estaba...?
«Dime que estás bien, Lobo...»
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.