12/07/2020, 01:49
—Si, los vi. Creo que es de lo primero que me enseñaron cuando llegué a Uzushiogakure. Pero creo que nunca los he llegado a ver en su apogeo.
A Hana le había entrado hasta un tic nervioso en un ojo, en que la ceja no paraba de subir y bajar de puro estrés. Se giró, dándole la espalda a Takumi y respiró hondo. Varias veces. Después se llevó las manos a la cabeza y suspiró hondo, pasándose finalmente los dedos por el pelo y bajando las manos de nuevo.
Entonces se giró de nuevo a Takumi.
— Takumi-san... tú... — le señaló con un dedo casi amenazante. — El primer día de primavera que vea florecidos los cerezos te iré a buscar y vendrás a verlos.
Se volvió a girar, claramente nerviosa por toda la situación. Dio un par de pasos para volver de nuevo a encarar a Takumi.
— ¡¿Pero cómo no has vistos los cerezos?! ¡Si son el icono de Uzushiogakure! Como el té o los remolinos.
Esta vez era un tono triste, de pena, porque le daba pena que Takumi estuviese viviendo en su villa, sirviendo a esa misma villa y no hubiese visto el símbolo, la gran belleza de Uzushiogakure. ¡Se estaba perdiendo lo bueno!
A Hana le había entrado hasta un tic nervioso en un ojo, en que la ceja no paraba de subir y bajar de puro estrés. Se giró, dándole la espalda a Takumi y respiró hondo. Varias veces. Después se llevó las manos a la cabeza y suspiró hondo, pasándose finalmente los dedos por el pelo y bajando las manos de nuevo.
Entonces se giró de nuevo a Takumi.
— Takumi-san... tú... — le señaló con un dedo casi amenazante. — El primer día de primavera que vea florecidos los cerezos te iré a buscar y vendrás a verlos.
Se volvió a girar, claramente nerviosa por toda la situación. Dio un par de pasos para volver de nuevo a encarar a Takumi.
— ¡¿Pero cómo no has vistos los cerezos?! ¡Si son el icono de Uzushiogakure! Como el té o los remolinos.
Esta vez era un tono triste, de pena, porque le daba pena que Takumi estuviese viviendo en su villa, sirviendo a esa misma villa y no hubiese visto el símbolo, la gran belleza de Uzushiogakure. ¡Se estaba perdiendo lo bueno!