26/07/2020, 00:34
—¡¡Ranko!!
—¡¡Ran-chan!!
Un par de voces se alzaron por sobre los gritos. Un hombre vestido de ropas de apariencia costosa, pero rasgadas ya de los bordes, y una chica de corto cabello pelirrojo, con algunos moretones y raspones en el brazo y pierna izquierda, se acercaron al área a la salida del estadio. Buscaban tanto a gritos como con la mirada: una chica alta de larga y esponjada trenza no debía ser difícil de encontrar.
En lugar de ella se toparon con un par de caras conocidas. Verían al marionetista Uzujin que había enfrentado a Ranko en el primer combate arrastrar a un boxeador peliverde, y, más allá, un chico inconsciente de cabello azul y amarillo.
—¡Verde! —chilló Sagisō Kuumi, corriendo hacia el marionetista, quien acababa de arrastrar a Daigo para dejarlo junto a Rōga, a cargo de unos médicos. Escuchó lo que el chico decía sobre el joven, y su respuesta a un hombre cercano, y no pudo evitar depositar una mirada mucho más que preocupada sobre el Kusajin inconsciente —. Verde, no sabía que eras tan… estúpidamente valiente.
—¡Pero si éste es King Rōga-kun! ¡De los Yotsuki! —El hombre, el padre de Ranko y Kuumi, reconocería al músico peliazul de aquel encuentro veraniego el año pasado. Habían entablado una buena relación, pues Sagisō Kizaemon lo consideraba un carismático miembro de un linaje ancestral —. Espero que tenga remedio.
El hombre le haría un gesto con la cabeza a su hija, y luego se acercaría a los doctores para asegurarse de que los chicos estuviesen bien, y vería por ellos.
Kuumi, por mientras, detendría a Takumi con una mano en su hombro.
—Hey, espera. Tú luchaste contra mi hermana, Ranko. ¿La has visto? ¿¡Está por aquí!?
Si se fijaba,Takumi vería en la pelirroja el rostro de la chica de las patadas, sólo más redondo y pequeño. Estaba claro que eran de la misma sangre. Esperaría su respuesta antes de dejarle hacer nada al marionetista.
—¡¡Ran-chan!!
Un par de voces se alzaron por sobre los gritos. Un hombre vestido de ropas de apariencia costosa, pero rasgadas ya de los bordes, y una chica de corto cabello pelirrojo, con algunos moretones y raspones en el brazo y pierna izquierda, se acercaron al área a la salida del estadio. Buscaban tanto a gritos como con la mirada: una chica alta de larga y esponjada trenza no debía ser difícil de encontrar.
En lugar de ella se toparon con un par de caras conocidas. Verían al marionetista Uzujin que había enfrentado a Ranko en el primer combate arrastrar a un boxeador peliverde, y, más allá, un chico inconsciente de cabello azul y amarillo.
—¡Verde! —chilló Sagisō Kuumi, corriendo hacia el marionetista, quien acababa de arrastrar a Daigo para dejarlo junto a Rōga, a cargo de unos médicos. Escuchó lo que el chico decía sobre el joven, y su respuesta a un hombre cercano, y no pudo evitar depositar una mirada mucho más que preocupada sobre el Kusajin inconsciente —. Verde, no sabía que eras tan… estúpidamente valiente.
—¡Pero si éste es King Rōga-kun! ¡De los Yotsuki! —El hombre, el padre de Ranko y Kuumi, reconocería al músico peliazul de aquel encuentro veraniego el año pasado. Habían entablado una buena relación, pues Sagisō Kizaemon lo consideraba un carismático miembro de un linaje ancestral —. Espero que tenga remedio.
El hombre le haría un gesto con la cabeza a su hija, y luego se acercaría a los doctores para asegurarse de que los chicos estuviesen bien, y vería por ellos.
Kuumi, por mientras, detendría a Takumi con una mano en su hombro.
—Hey, espera. Tú luchaste contra mi hermana, Ranko. ¿La has visto? ¿¡Está por aquí!?
Si se fijaba,Takumi vería en la pelirroja el rostro de la chica de las patadas, sólo más redondo y pequeño. Estaba claro que eran de la misma sangre. Esperaría su respuesta antes de dejarle hacer nada al marionetista.
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