26/07/2020, 18:52
Aunque sus asuntos apremiaban, Datsue, Kaido y Daruu buscaron un sitio realmente apartado. Sin shinobi, sin samuráis del Jūchin haciendo preguntas. Se alejaron hasta las cordilleras y subieron por la ladera cercana a Hokutōmori. Surcaron sinuosas sendas hasta un lugar amplio. Un círculo de tierra de diez metros de diámetro adornado con varios grupos de cañas de bambú cercenadas por la mitad: un remoto lugar de entreno para un espadachín.
No mediaron más palabra de la necesaria para encontrar el camino. Era demasiado incómodo. Habían pasado muchas cosas. Habían visto demasiado.
Hasta entonces, sólo habían jugado a ser ninjas. Todos se habían ocupado de asuntos importantes y traumáticos, pero si había una experiencia que les hubiera acercado a presenciar una batalla campal de guerra, había sido aquella.
—No tengo ni idea de Fūinjutsu —reconoció Daruu—. ¿Va a llevarnos mucho tiempo?
No mediaron más palabra de la necesaria para encontrar el camino. Era demasiado incómodo. Habían pasado muchas cosas. Habían visto demasiado.
Hasta entonces, sólo habían jugado a ser ninjas. Todos se habían ocupado de asuntos importantes y traumáticos, pero si había una experiencia que les hubiera acercado a presenciar una batalla campal de guerra, había sido aquella.
—No tengo ni idea de Fūinjutsu —reconoció Daruu—. ¿Va a llevarnos mucho tiempo?