26/07/2020, 19:52
Kaido se mantuvo un buen tiempo en silencio, tratando de recordar en buena fe lo que creía saber de esa cosa que llevaba en el brazo. Pero lo cierto es que nunca fue capaz de contemplar aquél tatuaje como algo más que un salvaguarda para la integridad de Dragón Rojo y de la información que sus miembros manejaban, además de mantener una fuerte conexión entre todos los Ryūto para hacer prevalecer el sistema de sucesión de líderes y que así siempre haya un reemplazo, siendo la condición, que el nuevo candidato sea el asesino del anterior Dragón.
—El sello tiene muchísimas funciones, y eso que probablemente desconozco otras tantas. Al principio sólo conoces lo más evidente: además de servir como una marca que distingue a los ocho líderes de la organización también funciona como una especie de cortafuegos. Cuando uno de los Ryūto muere, el tatuaje incinera el cuerpo. Más que nada para evitar fugas de información y que alguien fuera capaz de desentrañar el funcionamiento del fūinjutsu post mortem. Además, el fuego no sólo carboniza el cadáver, sino que crea una especie de conexión sensitiva entre todos los poseedores de la Marca, con lo cual nosotros podemos ver los últimos segundos de vida de ese Ryūto. Es muy extraño. Es como si las llamas te llevasen a su cuerpo. Sientes lo que él siente. Ves lo que él ve —Kaido explicaba como mejor podía, pero en su cabeza era una enredadera de información que trataba con todas sus fuerzas de organizar de forma que ellos pudieran entenderlo. Movía los brazos, mientras contaba todo aquello—. esto tiene una función específica, claro; y es la de determinar quién ha sido el asesino de ese Dragón, y por tanto, el nuevo sucesor —un sistema muy curioso, desde luego, pero aparentemente funcional, pues Dragón Rojo llevaba años funcionando de esa forma, desde las épocas de la Anciana—. Sekiryū funciona así. El que mata a un Dragón, se convierte inmediatamente en el candidato a ocupar su lugar. Así fue que gané yo mi puesto, eliminando a uno de sus miembros en una misión previa a mi infiltración. Su nombre era Katame.
—El sello tiene muchísimas funciones, y eso que probablemente desconozco otras tantas. Al principio sólo conoces lo más evidente: además de servir como una marca que distingue a los ocho líderes de la organización también funciona como una especie de cortafuegos. Cuando uno de los Ryūto muere, el tatuaje incinera el cuerpo. Más que nada para evitar fugas de información y que alguien fuera capaz de desentrañar el funcionamiento del fūinjutsu post mortem. Además, el fuego no sólo carboniza el cadáver, sino que crea una especie de conexión sensitiva entre todos los poseedores de la Marca, con lo cual nosotros podemos ver los últimos segundos de vida de ese Ryūto. Es muy extraño. Es como si las llamas te llevasen a su cuerpo. Sientes lo que él siente. Ves lo que él ve —Kaido explicaba como mejor podía, pero en su cabeza era una enredadera de información que trataba con todas sus fuerzas de organizar de forma que ellos pudieran entenderlo. Movía los brazos, mientras contaba todo aquello—. esto tiene una función específica, claro; y es la de determinar quién ha sido el asesino de ese Dragón, y por tanto, el nuevo sucesor —un sistema muy curioso, desde luego, pero aparentemente funcional, pues Dragón Rojo llevaba años funcionando de esa forma, desde las épocas de la Anciana—. Sekiryū funciona así. El que mata a un Dragón, se convierte inmediatamente en el candidato a ocupar su lugar. Así fue que gané yo mi puesto, eliminando a uno de sus miembros en una misión previa a mi infiltración. Su nombre era Katame.