27/07/2020, 01:52
—Lo que tarde en quebrar tu voluntad —sugirió Daruu, pero Kaido estaba convencido de que era más complejo que simplemente eso.
De la posibilidad de que se tratase de un genjutsu continuado, ya no podía opinar. Lo bueno es que ambos parecían estar pillando los matices más importantes de todo el proceso, con lo cual, podrían entender mejor la técnica. Claro que la mera posibilidad de que algo funcionara de esa manera le comía la cabeza. Ya decían muchos que el Fūinjutsu era la rama de los demonios, por las cosas que se pueden hacer con ello.
—¿Y dices que Ryūnosuke tardó un jodido mes? ¿Ese quién es, el bichardo que saltó el último?
—Sí, el que está mamadísimo —se atrevió a bromear—. Ryūnosuke, el Heraldo del Dragón.
—¿Estás sugiriendo entonces que ese tío podría ser como tú? ¿Podría estar trabajando para ellos sin siquiera quererlo? Pero, ¿quién es el puto líder? Y… ¿Y cuánto tardó Akame en ese puto sueño? Déjame adivinar: no llegó ni a siesta.
—¿Cómo yo? —sonrió—. para nada. Ryū es un caso muy particular, si te soy sincero. Dudo fervientemente que él haya perdido esa batalla durante el Bautizo. Por el contrario, intuyo que él y el sello llegaron a un acuerdo de mutuo beneficio. Se estrecharon las manos. Declararon una tregua, todo en pro de Sekiryū. Creo que esa es la razón por la que Ryūnosuke es la figura más representativa de este puto grupo. Es su máximo representante pero no un líder per se. Porque que en Dragón Rojo no hay un sólo cabecilla, y las decisiones se toman en consenso. Por tanto, todas las acciones de la organización se someten a votación entre los ocho ryūto y se toma el rumbo que elige la gran mayoría —que por lo general suele tirar hacia el lado de lo que opine Ryū, y ahí es donde reside su importancia en la organización—. Claro que ha habido ocasiones en las que la votación resulte en un empate —como en la última reunión que tuvieron, para decidir el futuro de Sekiryū y de sus tratos con Umigarasu—. momento en el que entra en juego una costumbre ancestral del grupo, donde los más fuertes de cada corriente de pensamiento se enfrentan en un combate que se conoce como Kaji Saiban. Así es como Zaide perdió su ojo, y Ryū uno de sus pulmones. Sé que querrán escuchar más acerca de esto, pero será mejor que sea en otra ocasión —y él se moría por contarles lo que vio en ese magnífico combate—. la cuestión es que si hay alguien plenamente consciente de lo que hace y de por qué lo hace, es el Heraldo. Vamos, que mató a su familia porque les consideraba una puta debilidad. Un impedimento. Un jodido obstáculo —y aún así, no le consideraba un mal hombre. Kaido no lo conocía tanto como la Anciana, pero podía decir que entendía su historia. Y así es la vida, no todos podemos siempre hacer y pensar igual. Que lo que hagas te convierta en alguien bueno o malo es enteramente subjetivo a cómo se mueven los engranajes de un mundo tan caótico como ōnindo—. respecto a Akame, creo que duró dos días. Lo esperado, claro, que no hay quien se la cuele con esa mente aguda que tiene el hijo de puta.
De la posibilidad de que se tratase de un genjutsu continuado, ya no podía opinar. Lo bueno es que ambos parecían estar pillando los matices más importantes de todo el proceso, con lo cual, podrían entender mejor la técnica. Claro que la mera posibilidad de que algo funcionara de esa manera le comía la cabeza. Ya decían muchos que el Fūinjutsu era la rama de los demonios, por las cosas que se pueden hacer con ello.
—¿Y dices que Ryūnosuke tardó un jodido mes? ¿Ese quién es, el bichardo que saltó el último?
—Sí, el que está mamadísimo —se atrevió a bromear—. Ryūnosuke, el Heraldo del Dragón.
—¿Estás sugiriendo entonces que ese tío podría ser como tú? ¿Podría estar trabajando para ellos sin siquiera quererlo? Pero, ¿quién es el puto líder? Y… ¿Y cuánto tardó Akame en ese puto sueño? Déjame adivinar: no llegó ni a siesta.
—¿Cómo yo? —sonrió—. para nada. Ryū es un caso muy particular, si te soy sincero. Dudo fervientemente que él haya perdido esa batalla durante el Bautizo. Por el contrario, intuyo que él y el sello llegaron a un acuerdo de mutuo beneficio. Se estrecharon las manos. Declararon una tregua, todo en pro de Sekiryū. Creo que esa es la razón por la que Ryūnosuke es la figura más representativa de este puto grupo. Es su máximo representante pero no un líder per se. Porque que en Dragón Rojo no hay un sólo cabecilla, y las decisiones se toman en consenso. Por tanto, todas las acciones de la organización se someten a votación entre los ocho ryūto y se toma el rumbo que elige la gran mayoría —que por lo general suele tirar hacia el lado de lo que opine Ryū, y ahí es donde reside su importancia en la organización—. Claro que ha habido ocasiones en las que la votación resulte en un empate —como en la última reunión que tuvieron, para decidir el futuro de Sekiryū y de sus tratos con Umigarasu—. momento en el que entra en juego una costumbre ancestral del grupo, donde los más fuertes de cada corriente de pensamiento se enfrentan en un combate que se conoce como Kaji Saiban. Así es como Zaide perdió su ojo, y Ryū uno de sus pulmones. Sé que querrán escuchar más acerca de esto, pero será mejor que sea en otra ocasión —y él se moría por contarles lo que vio en ese magnífico combate—. la cuestión es que si hay alguien plenamente consciente de lo que hace y de por qué lo hace, es el Heraldo. Vamos, que mató a su familia porque les consideraba una puta debilidad. Un impedimento. Un jodido obstáculo —y aún así, no le consideraba un mal hombre. Kaido no lo conocía tanto como la Anciana, pero podía decir que entendía su historia. Y así es la vida, no todos podemos siempre hacer y pensar igual. Que lo que hagas te convierta en alguien bueno o malo es enteramente subjetivo a cómo se mueven los engranajes de un mundo tan caótico como ōnindo—. respecto a Akame, creo que duró dos días. Lo esperado, claro, que no hay quien se la cuele con esa mente aguda que tiene el hijo de puta.