27/07/2020, 22:52
Daruu, cruzado de brazos, observaba toda la escena con curiosidad, mientras se daba golpecitos con el dedo en el brazo. Datsue le pidió a Kaido que se quitase la camiseta y luego le bombardeó a preguntas cual bijū desbocado lanzando bijūdamas.
—Oye, oye, la prioridad es el sello —protestó Daruu—. Luego podrémos hablar de la Rata Roja. —Y así, Akame quedaba, de nuevo, re-bautizado por el Demonio de Ojos Blancos, con quien desde el principio de todo había tenido una rivalidad (ahora enemistad) bastante profunda. Era curioso: el defensor a ultranza del trabajo shinobi, el Profesional, ahora convertido en poco más que un genocida sin escrúpulos y surcando los vientos de la "libertad" como exiliado de Uzushiogakure. «Manda cojones.»
Aún así, Kaido estuvo feliz de colaborar y señaló a un punto en lo alto de la cordillera. Una cueva. ¿Sería la Senda del Carámbano? Daruu sintió una pequeña punzada de dolor en el pecho al sentir que quizás la idea había sido del propio Tiburón. El Hyūga estuvo tentado de activar el Sello de la Hermandad Intrépida y contactar con Ayame a golpe de Llueve Nueve, para que escuchase el plan de Sekiryū de ocultarse en los Templos Abandonados de la Hierba. Pero no lo hizo, porque sabía que Amekoro Yui era capaz de lanzarse en un ataque suicida, montada a caballo, u ordenar a su novia que la transportase en un halcón hasta allí.
«Hemos perdido a demasiada gente hoy. No quiero perderla a usted, Yui-sama.»
—Después de lo que han hecho, dudo que acuerden ocultarse en el País de la Tierra —intervino Daruu—. Si mataron a los Señores Feudales, la Tierra buscará venganza. Está justo entre la Tormenta y el Bosque. Podría pedir la ayuda de ambos países, y con lo vivido hoy aquí, estoy seguro de que tanto Amegakure como Kusagakure se lanzarían a echarles una mano. A no ser que quieran jugar a esconderse a plena vista, claro.
»Incluso si la gilipollas de la Morikage no interviniese, Yui ya tiene suficientes razones de peso como para recorrer cada rincón de la Tierra. Sobretodo después de conocer esta información. Estén allí o no.
»No, yo de ellos me iría al Rayo. Sólo hace falta mirar un mapa de Oonindo. Tan extenso como la Tormenta, el Viento y el Fuego. Un vastísimo territorio lleno de bosques y montañas, con cuevas donde ocultarse y guarecerse. Una enorme península lo suficientemente lejos de cualquier aldea como para que les sorprendan. Un poco de vigilancia en la Villa de las Aguas Termales, el único punto de entrada, ¡y zas! Sabes al instante que hay ninjas adentrándose en tu territorio.
»La Tierra tiene mucho monte, sí. Pero está flanqueada por dos de las Grandes, y las montañas pueden ser tanto un escondite como un muro que te encierra. No podrán moverse. Y el País del Rayo tiene puertos. Aunque me imagino que ahora habrá mucha vigilancia.
—Oye, oye, la prioridad es el sello —protestó Daruu—. Luego podrémos hablar de la Rata Roja. —Y así, Akame quedaba, de nuevo, re-bautizado por el Demonio de Ojos Blancos, con quien desde el principio de todo había tenido una rivalidad (ahora enemistad) bastante profunda. Era curioso: el defensor a ultranza del trabajo shinobi, el Profesional, ahora convertido en poco más que un genocida sin escrúpulos y surcando los vientos de la "libertad" como exiliado de Uzushiogakure. «Manda cojones.»
Aún así, Kaido estuvo feliz de colaborar y señaló a un punto en lo alto de la cordillera. Una cueva. ¿Sería la Senda del Carámbano? Daruu sintió una pequeña punzada de dolor en el pecho al sentir que quizás la idea había sido del propio Tiburón. El Hyūga estuvo tentado de activar el Sello de la Hermandad Intrépida y contactar con Ayame a golpe de Llueve Nueve, para que escuchase el plan de Sekiryū de ocultarse en los Templos Abandonados de la Hierba. Pero no lo hizo, porque sabía que Amekoro Yui era capaz de lanzarse en un ataque suicida, montada a caballo, u ordenar a su novia que la transportase en un halcón hasta allí.
«Hemos perdido a demasiada gente hoy. No quiero perderla a usted, Yui-sama.»
—Después de lo que han hecho, dudo que acuerden ocultarse en el País de la Tierra —intervino Daruu—. Si mataron a los Señores Feudales, la Tierra buscará venganza. Está justo entre la Tormenta y el Bosque. Podría pedir la ayuda de ambos países, y con lo vivido hoy aquí, estoy seguro de que tanto Amegakure como Kusagakure se lanzarían a echarles una mano. A no ser que quieran jugar a esconderse a plena vista, claro.
»Incluso si la gilipollas de la Morikage no interviniese, Yui ya tiene suficientes razones de peso como para recorrer cada rincón de la Tierra. Sobretodo después de conocer esta información. Estén allí o no.
»No, yo de ellos me iría al Rayo. Sólo hace falta mirar un mapa de Oonindo. Tan extenso como la Tormenta, el Viento y el Fuego. Un vastísimo territorio lleno de bosques y montañas, con cuevas donde ocultarse y guarecerse. Una enorme península lo suficientemente lejos de cualquier aldea como para que les sorprendan. Un poco de vigilancia en la Villa de las Aguas Termales, el único punto de entrada, ¡y zas! Sabes al instante que hay ninjas adentrándose en tu territorio.
»La Tierra tiene mucho monte, sí. Pero está flanqueada por dos de las Grandes, y las montañas pueden ser tanto un escondite como un muro que te encierra. No podrán moverse. Y el País del Rayo tiene puertos. Aunque me imagino que ahora habrá mucha vigilancia.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)