11/08/2020, 17:16
(Última modificación: 11/08/2020, 17:17 por Himura Hana.)
—Qué curioso Cuando te preguntamos sobre la cueva tus declaraciones eran categóricas, no ningún “me pareció” ni nada semejante.
— Me pagan por informar. ¿Cuanto crees que cobraría si fuese por ahí suponiendo y creyendo? ¡Tengo que dar información con seguridad! Además, ¿cómo va a ser un pasillo una mina? Tendrá que tener galerías y esas cosas. Es imposible que sea un solo pasillo.
En aquel lugar, la descripción que había dado Uragiri valdría para casi cualquier entrada a la montaña, varios caminos en busca de minerales que explotar que acaban en galerias si hay y en finales muertos si no. Por eso a Yōgi no le había costado nada creerle y, seguramente, Uragiri hubiese pasado como un buen informador si la cueva hubiese sido una mina.
— Pero si quisiera escuchar de tus labios que fue lo que viste cuando salimos de la cueva.
— ¡A la mujer aquella con algo en las manos! El sol no me dejó verla con claridad, pero estoy seguro que algo llevaba. — lo afirmó categóricamente, con confianza.
(Percepción 20) Si Kazuma y Ranko cruzaban una mirada, verían en los ojos del otro que no podían asegurar ellos con tal vehemencia que Violeta no llevase nada. Habían ido prácticamente a oscuras por el pasillo y al salir, ésta había desaparecido antes siquiera de que se acostumbrasen a la luz del exterior.
Además ambos recordarían que en el camino de vuelta, Ranko iba sumida en sus pensamientos y Kazuma iba delante, vigilando donde pisaba. Ninguno había prestado atención a la extraña. ¿Y si sí que llevaba algo en las manos al salir? Pero era imposible que fuese el maletín, abultaría demasiado... ¿no?
Entre la niebla y la oscuridad y la luz al salir, sus recuerdos estaban más que empañados.
—Pero Kyo-san no entró a las minas, ¿verdad?
— ¡No! Hasta ayer no teníamos los respiradores, es imposible que... Espera... ¿cómo habéis dicho que había salido esa mujer? ¿Sin nada? ¿Sin un respirador? — Yōgi sonaba realmente confuso — Pero no puede ser... No se puede respirar ese aire, todos los que lo han intentado ha acabado devorado por las ratas tras desmayarse. ¡Por algo se llaman las minas de Akuma!
Yōgi volvió a sentarse en el taburete, empezando a ponerse tan nervioso que respiraba con rapidez y no sabía muy bien a donde mirar.
— Da igual, Kyo no haría algo así. ¡Es mi hermano! Por dios.
Sin embargo, Yōgi dudaba. Kyo había estado especialmente arisco esos días. Si Ranko esperaba que fuese Yōgi el que decidiese, pronto se daría cuenta de que no parecía procesar su pregunta, demasiado centrado en dudar de todo.
— Me pagan por informar. ¿Cuanto crees que cobraría si fuese por ahí suponiendo y creyendo? ¡Tengo que dar información con seguridad! Además, ¿cómo va a ser un pasillo una mina? Tendrá que tener galerías y esas cosas. Es imposible que sea un solo pasillo.
En aquel lugar, la descripción que había dado Uragiri valdría para casi cualquier entrada a la montaña, varios caminos en busca de minerales que explotar que acaban en galerias si hay y en finales muertos si no. Por eso a Yōgi no le había costado nada creerle y, seguramente, Uragiri hubiese pasado como un buen informador si la cueva hubiese sido una mina.
— Pero si quisiera escuchar de tus labios que fue lo que viste cuando salimos de la cueva.
— ¡A la mujer aquella con algo en las manos! El sol no me dejó verla con claridad, pero estoy seguro que algo llevaba. — lo afirmó categóricamente, con confianza.
(Percepción 20) Si Kazuma y Ranko cruzaban una mirada, verían en los ojos del otro que no podían asegurar ellos con tal vehemencia que Violeta no llevase nada. Habían ido prácticamente a oscuras por el pasillo y al salir, ésta había desaparecido antes siquiera de que se acostumbrasen a la luz del exterior.
Además ambos recordarían que en el camino de vuelta, Ranko iba sumida en sus pensamientos y Kazuma iba delante, vigilando donde pisaba. Ninguno había prestado atención a la extraña. ¿Y si sí que llevaba algo en las manos al salir? Pero era imposible que fuese el maletín, abultaría demasiado... ¿no?
Entre la niebla y la oscuridad y la luz al salir, sus recuerdos estaban más que empañados.
—Pero Kyo-san no entró a las minas, ¿verdad?
— ¡No! Hasta ayer no teníamos los respiradores, es imposible que... Espera... ¿cómo habéis dicho que había salido esa mujer? ¿Sin nada? ¿Sin un respirador? — Yōgi sonaba realmente confuso — Pero no puede ser... No se puede respirar ese aire, todos los que lo han intentado ha acabado devorado por las ratas tras desmayarse. ¡Por algo se llaman las minas de Akuma!
Yōgi volvió a sentarse en el taburete, empezando a ponerse tan nervioso que respiraba con rapidez y no sabía muy bien a donde mirar.
— Da igual, Kyo no haría algo así. ¡Es mi hermano! Por dios.
Sin embargo, Yōgi dudaba. Kyo había estado especialmente arisco esos días. Si Ranko esperaba que fuese Yōgi el que decidiese, pronto se daría cuenta de que no parecía procesar su pregunta, demasiado centrado en dudar de todo.